Alfonso Ussía

Intrigante concentración

La Razón
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El grupete folclórico del «No a la Guerra», copartícipe del encubierto Golpe de Estado de 2004, se manifestará el próximo sábado en Madrid. Se ignora, de momento, contra quién se manifestará, porque el Gobierno de Rajoy no ha movido un dedo todavía. Por otra parte, carecerá del apoyo del diario «El País» y de la «SER», favorables a la inmediata participación de España en los bombardeos contra objetivos del Estado Islámico en Siria. ¿Se manifestarán ante la sede de Prisa? ¿Ante las embajadas de Francia y Rusia? ¿Su «No a la Guerra» contra qué guerra protestará?

Para mí, que se han precipitado. En el caso de que Francia solicite ayuda de España, el Gobierno determinará qué tipo de ayuda le ofrece. En esta ocasión, «El País» y la «SER» tienen sobrada razón para criticar el silencio y la quietud del Gobierno de España. Y si «El País» y la «SER» desean fervientemente que España envíe a sus aviadores, soldados y marinos a Siria, los del «No a la Guerra» harían bien en manifestarse ante la casa de Juan Luis Cebrián, que estará en Nueva York, circunstancia harto azarosa para los intrépidos manifestantes. De todos ellos, sólo los Bardem y «Wyoming» tienen dinero para pagar los billetes y su estancia neoyorquina, y no merece la pena tan alta inversión para viajar a Nueva York y que la manifestación sea cosa de cinco personas. La madre, los dos hijos, la nuera y «Wyoming». La chicha del «No a la Guerra» está aquí, en España, pero España no ha decidido si va a la guerra o se limita al apoyo moral. Los medios de comunicación recuerdan el episodio impulsivo de Irak, y sólo en Prisa están empeñados en que hay que bombardear mucho y con celeridad. Parece que Pilar Manjón y Alberto San Juan están también en la pomada, lo cual da a entender la gran importancia del proyecto.

Más que una manifestación, lo del sábado se va a convertir en la búsqueda de una justificación. El Ayuntamiento tampoco les sirve, porque lo administran los suyos. Y Pablo Iglesias ha anunciado que no va a formar parte de la extraña reunión de protesta. La Comunidad de Madrid es completamente ajena a lo que sucede en Siria, y a Putin, sinceramente, los del «No a la Guerra» se la refanfinflan. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Prisa. Se trata del desagradable deber de debilitar a un poderoso ejército terrorista que asesina a traición y ha sembrado el pánico en la medrosa y reflexiva Europa. Por otra parte, Hollande es socialista, lo cual enreda aún más el aparejo del falso «buenismo» de nuestros encorajinados pelmazos.

Para que el objetivo de la manifestación del sábado se centre y la protesta contra no se sabe quién se convierta en un éxito, es fundamental que detrás de la primera pancarta aparezcan las señeras figuras de Baltasar Garzón, Federico Mayor Zaragoza y Pilar Manjón. Los Bardem empiezan a resultar cansinos para la marginería, y a «Wyoming» le pueden decir que ofrezca refugio a los sirios en alguna de sus veinte propiedades inmobiliarias. Verstrynge tampoco sirve por similares motivos de poder económico.

Intrigante concentración. Se sabe que va a producirse pero se ignora, de momento, contra quién. Los únicos que se salvan son los del Estado Islámico, que gozan y disfrutan de todas las simpatías de los convocantes. Se antoja impensable que la manifestación se concentre ante la sede del Partido Popular, que está callado y a la espera de noticias, pero sin provocarlas. Manifestación original y surrealista la del «No a la Guerra». Y sin ningún género de dudas, emotiva y vibrante.