Partidos Políticos

¿Investidura o «Investiblanda»?

La Razón
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Rajoy ha ofrecido en su discurso de investidura dialogo y brazos abiertos a cambio de que los de la oposicion le den estabilidad a su Gobierno. Parece una propuesta razonable, un trato justo, acorde con lo que exigen los ciudadanos españoles, cansados de tanta inestabilidad politica y tantos devaneos.

Después de tan larga espera, esta investidura presenta algunas peculiaridades. La sesión se adivina dura en la forma, pero blanda en el fondo. O sea, la investidura puede que se quede en “investiblanda”. Si se cumple lo previsto, Mariano Rajoy, el candidato más duramente criticado durante más tiempo por más gente, se convertirá en el presidente elegido con menos votos en contra. La razón salta a la vista: por primera vez, en cuarenta años de democracia, los socialistas no votarán unánimemente en contra del aspirante del otro partido. Otras circunstancias no despreciables son: la indisciplina anunciada de un grupo de diputados socialistas a la hora de la votación definitiva y la falta de líder en el partido centenario en tan solemne ocasión. La abierta rebelión del PSC y la eventual insumisión de los más fervientes seguidores de Pedro Sánchez, incluido él mismo, excita la curiosidad y revela la gravedad de la crisis que atraviesa el PSOE. El contagio nacionalista en las comunidades más problemáticas, especialmente en Cataluña, no es ajeno, según observadores independientes, a la deriva decadente del partido de la rosa en el conjunto de España. Es el mismo camino, aún más reaccionario y montaraz, que ha tomado Podemos con sus confluencias y mareas, y que conduce inexorablemente a la disgregación. El contagio soberanista es el cáncer de la izquierda en España, lo que le impide presentarse con un gran proyecto nacional fiable.

Será precisamente Pablo Iglesias el que intente agitar la sesión desde dentro del hemiciclo y desde fuera, incitando antidemocráticamente a rodear el Congreso al estilo venezolano. Su demagógica actuación, contra los unos y los otros, se da por descontada. ¡Allá él! Al reelegido presidente del Gobierno no le va a alterar demasiado el pulso. Veremos, más que nunca, sentado en el banco azul, al gallego impasible. Al final siempre se sale con la suya. Las sobreactuaciones del de la coleta, que pretende repicar y estar en la procesión, convirtiendo la política en espectáculo, ya no conmueven a nadie, casi ni divierten, y empiezan a molestar al sector más sensato de los suyos. Se trata de conocer en esta sesión de investidura -o “investiblanda”- cuál es en estos momentos, por un lado, el tamaño del desgarro entre las dos izquierdas y, por el otro, el nivel de colaboración de Albert Rivera con el nuevo Gobierno. En el curso del debate, tanto el PSOE como C,s se mostrarán exigentes y razonablemente duros con el candidato popular; pero, al final, los primeros le encenderán la luz verde hacia la Moncloa y los segundos le apoyarán con su voto y el centenar de medidas concertadas bajo el brazo. Rajoy se mostrará abiertamente conciliador, receptivo y dialogante, dispuesto a inaugurar una nueva etapa política en España, en la que la colaboración sustituya a la crispación.