Restringido

Junto al mar

La Razón
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Por fin el mar, tras varios días agitado, amaneció en calma y la playa, cubierta de algas, lucía bandera verde. Era un domingo azul y luminoso. Los niños hacían castillos en la arena. Paseando por la orilla o por el bosque de sombrillas de colores, se oían, sin exagerar, todos los idiomas de Europa, incluido, de forma destacada, el ruso. Hasta la doctora del ambulatorio es rusa. Más de una oronda alemana rubia lleva al aire las primas de riesgo. Un hombre encorvado pasa vendiendo a un euro cervezas y coca-colas. La gente está alegre. A la misma hora, en el otro extremo del mar los griegos se jugaban en las urnas su destino europeo. Es chocante, pensé, el Mediterráneo, que un día sirvió de cauce al comercio, la cultura y la civilización, se ha convertido hoy en palenque de luchas y en cementerio de náufragos desesperados. Lo de Grecia no era tranquilizador, no. Ahuyenté la idea como un mal pensamiento. Apretaba el calor. Así que lo mejor era darse un chapuzón. Cuando volví a mi silla y me envolví en la toalla experimenté uno de esos momentos de felicidad que nos proporcionan las pequeñas cosas. El niño rubio de la derecha estaba acabando su castillo. La familia de al lado reía. Fue entonces cuando decidí por fin abrir el periódico, que había comprado en el supermercado al pasar. Y me tropecé con la tremenda foto. La foto de unos niños y adolescentes uniformados, cada uno con una pistola en la mano, dispuestos a matar de un tiro en la nuca a una fila de militares de rodillas. El escenario eran las ruinas del teatro romano de Palmira, en Siria. No pude seguir leyendo. Dejé el periódico en la bolsa. ¿Cómo ha llegado la humanidad a este nivel de depravación? ¡Lo del califato es mucho peor que lo de Grecia!, pensé. Cerré los ojos y, en una visión fugaz, imaginé el Mediterráneo como un pozo oscuro cubierto de pateras y barcos de guerra, en una lucha de civilizaciones. Cuando volví a abrirlos, el mar seguía en calma y lucía un azul purísimo, la gente de todos los rincones de Europa se divertía en la playa y en lontananza cruzaba lentamente un velero.