Política

Alfonso Merlos

La delgada línea azul

La delgada línea azul
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Va a ser que no. Todo está bastante menos claro de lo que creen o pretenden hacer creer los socialistas a los españoles. Y por lo tanto debe leerse más en clave de grises cualquier proyección de voto de cara a las europeas. Y tiene su lógica. Porque los argumentos que ha trazado la oposición a Rajoy son de parvulario: una amalgama de simplezas, una colección de eslóganes con franca vocación destructiva, toneladas de propaganda que puede terminar enteramente deshecha, como el azucarillo en la taza caliente de café.

Es así. ¿A qué viene esa exageración según la cual son millones de votantes los que están esperando a que lleguen las elecciones de mayo con un cuchillo entre los dientes? ¿Y si son únicamente miles? ¿Dónde está el cuchillo? ¿Y si entienden que a pesar de sentir cierta decepción con algunas políticas del Partido Popular no hay otra formación que les convenza más? ¿Y si cambian el sentido del sufragio en los tres próximos meses?

No. A tenor del sondeo que hoy publica LA RAZÓN es incierto o sencillamente no se dará el voto de castigo. Seguramente porque el cabreo o la frustración con ciertas acciones del poder ejecutivo no son de la magnitud que a la izquierda le gustaría (¡el que tiene hambre sueña bollos!). Y probablemente el resultado de estas actitudes será la ausencia de un trasvase masivo de papeletas y de una penalización a la lista que encabece el sucesor de Mayor Oreja.

No. La baja participación esperada tampoco puede ser asociada de forma directa a la indignación de los ciudadanos con sus representantes, a esa idea nihilista y embustera de que todos son iguales, de que da lo mismo respaldar a los de esta acera que a los de enfrente. A esta corriente de opinión antidemocrática según la cual la solución a los problemas de la gente no debe buscarse en las instituciones sino en la calle, da igual que sea a grito pelado que a ladrillazo limpio.

Miremos la realidad demoscópica, sociológica y hasta el estado de ánimo de este país en su contexto. Sin estridencias, sin colocar espejos deformes. Las elecciones al Parlamento Europeo jamás han despertado un interés descomedido. Punto. Habrá quien opte legítimamente por probar opciones frescas, rupturistas y constitucionalmente fuertes como Vox o Ciudadanos. Pero la clave se sigue situando en esa delgada línea azul –oscilante como es lógico– que separa lo que podría ser una amarga victoria del PP de un triunfo algo más generoso. Eso significaría llenar de oxígeno los pulmones para alimentar con vigor los músculos y marcar el paso con fuerza en la segunda mitad de la legislatura. Quizá algo conveniente para la mayoría.