Elecciones Generales 2016

La desfachatez soberbia de Rivera

La Razón
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La estrategia política de Rivera es desconcertante. No entiendo cuál es el beneficio que obtiene vetando a Rajoy y, por tanto, al PP porque no hace otra cosa que ofender a los más de siete millones de españoles que le votaron el 20 de diciembre. Cuando se lanzó a los brazos de Pedro Sánchez fue un acto innecesario sobre todo después del fracaso en el debate de investidura. Lo sucedido ahora es un giro arrogante en el momento en que deja claro que no votará a favor o abstenerse si Rajoy recibe el mandato del rey para optar a la presidencia del gobierno. No solo se produjo el veto, sino que lanzó graves acusaciones contra Rajoy que ha tenido una trayectoria impecable en todos los cargos públicos que ha ocupado desde que comenzó su carrera. Ha sido concejal, diputado autonómico y provincial, director general, presidente de la diputación de Pontevedra, vicepresidente del gobierno gallego, diputado nacional, varias veces ministro y vicepresidente y finalmente presidente. Nunca ha existido ni la más mínima sospecha o duda sobre su gestión. Ni una peseta o un euro. Es el balance de un político honrado. Por ello me parece indignante que el veto se sustente en los argumentos partidistas de Rivera que, además, trata de forma exquisita al PSOE y a su “socio”, Pedro Sánchez. Lo hace sin sentarse a negociar como es habitual en los países de nuestro entorno y es algo que nunca había sucedido en la política española. En cambio, se entregó a los socialistas tras las elecciones del 20 de diciembre. El esperpento llegó a un extremo inimaginable cuando Girauta, el portavoz del Ciudadanos y que había sido del PP, amplió el veto a la vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría, e hizo una lista con los candidatos populares que resultaban gratos. Rivera y Sánchez se han instalado en el discurso antiPP hasta el extremo que ahora hay dos vías para votar el PSOE: hacerlo directamente u optar por Ciudadanos. ¿Rivera está en el centro? Creía que este era su objetivo, pero con la excusa de la corrupción está claro que le mueve una agresividad contra el PP que solo busca ventajas partidistas. Es decir, quiere crecer a su costa. Los gobiernos del PSOE han sido siempre un gran desastre, como se comprueba viendo los fríos datos económicos de 1996 y 2011. El líder de Ciudadanos quiere un pacto de perdedores, que unido a la inexperiencia de Sánchez y Rivera, resulta muy inquietante para muchos votantes del partido naranja que anteriormente había votado a los populares. La forma de apoyo condicionado de Rivera es muy preocupante, porque se sustenta en los vetos. Rajoy no sólo está legitimado para liderar la regeneración de la política española, sino que lo ha hecho desde el gobierno.