Copa del Rey

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La estelada y los símbolos patrios

La Razón
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Con motivo de la celebración un año más de la final del campeonato nacional de fútbol de la Copa de SM el Rey se ha vuelto a suscitar la polémica sobre el uso de determinados símbolos por parte de los aficionados con el apoyo de sus clubes y de las instituciones de los territorios a los que pertenecen.

Conviene recordar qué son los símbolos patrios y la diferencia con respecto a otros símbolos que no lo son, y el uso de los mismos.

Los símbolos en general son aquéllos elementos u objetos materiales que por convención o asociación representan una idea, un colectivo, una entidad, una condición, un valor o un concepto. Los símbolos patrióticos son aquéllos que representan una idea, un sentimiento de pertenencia a un territorio ligado a una comunidad de personas unidas por razones históricas, culturales y jurídicas. Representan a un país y a su soberanía. Pueden ser: gráficos, -la bandera-; musicales, -el himno-; o institucionales, -la Corona o el Rey, en nuestro caso. Precisamente por este carácter se les otorga un valor excepcional que hace que sean protegidos por la ley al máximo nivel, y regulando ésta su utilización, considerando su desprecio y su profanación un delito.

Y esto es así en todos los países del mundo, donde las diferencias más apreciables tienen que ver con el valor y el respeto que se inculca de los mismos a los ciudadanos desde niños y la consecuente apreciación, respeto y orgullo que sienten por ellos.

En nuestro país la existencia de los símbolos patrios y su regulación es igual a la del resto de países de nuestro entorno, si bien, junto a los símbolos patrios nacionales, existen los de ámbito regional en cada una de las Comunidades Autónomas, cuya regulación se recoge en su normativa propia, respetando en todo caso la prioridad de o la co-oficialidad con aquéllos.

Junto a estos símbolos patrios o regionales oficiales, existen otros que no tienen ese carácter, pero que como tal símbolo también quieren representar algo por parte de quienes los enarbolan. Y este es el caso de aquellas banderas como "la estelada"que claramente tienen una simbología que responde a lo que aquellos que las enarbolan quieren expresar a través de ella, que es la independencia de España. Y no por que se quiera hacer una interpretación interesada por nadie, sino por que es lo que dicen ellos mismos de lo que significa esa bandera y por eso la enarbolan permanentemente en los actos que organizan para defender esa postura.

La Copa de SM el Rey, conocida siempre como Copa de España cualquiera que fuera el régimen político imperante, es una competición deportiva de ámbito nacional, de carácter oficial, organizada y regulada por la Federación Española de Fútbol, también una institución oficial.

Por ese motivo, una gran parte de los aficionados de los equipos representantes de esos territorios, con el sorprendente apoyo de los dirigentes de los mismos, han aprovechado de manera ya reincidente este acontecimiento oficial de carácter nacional para hacer uso de unos símbolos que no son oficiales, politizando un acontecimiento deportivo para trasladar un mensaje político contrario a la constitución y a la ley como es su pretensión unilateral de independencia, despreciando e insultando los símbolos patrios como son el himno nacional, la bandera de España y la institución de la Corona representada por SM el Rey, que por ese mismo carácter oficial la preside.

La polémica este año ha vuelto a saltar, no por la defensa de los símbolos patrios, sino por el hecho de que la Delegación del Gobierno en Madrid hubiera adoptado una decisión en esa dirección como era la no autorización de la introducción en el campo donde se celebraba esa final oficial de un campeonato deportivo de España, de las banderas esteladas. Una medida que contaba con el respaldo de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía de Madrid, y a petición del organizador de la competición, la Federación Española de Fútbol, cuya pretensión parece evidente que no era politizar esa final, sino más bien impedir que se hiciera lo contrario.

Lo sorprendente de esta situación un año más es la falta determinación de las instituciones y de los partidos políticos, -especialmente los que se denominan nacionales-, para defender los símbolos patrios y lo que representan frente a los que de manera reiterada utilizan políticamente otros claramente opuestos a aquéllos para trasladar su mensaje contrario a la constitución, a la Corona y a la unidad de España, acusándoles sin rubor de lo que ellos llevan haciendo muchos años, que no es otra cosa que la instrumentalización de un acontecimiento deportivo como es esta final de un campeonato nacional de fútbol.

Lo más preocupante de todo es ver a los dirigentes nacionales ponerse de lado una vez más ante estas actitudes que llevan imponiéndose años en todos los ámbitos, -no sólo el deportivo-, o justificando las mismas como una manifestación de la libertad de expresión, cuando todos sabemos que quienes portan esas banderas y quienes les apoyan, quieren manifestar su posición contraria a la unidad de España y a favor de la independencia de Cataluña, en un acto deportivo como es la final de un campeonato nacional, donde se concitan las emociones de muchos españoles. Y que no haya una respuesta contundente por parte del Estado, que es quien tiene que hacerlo, dejando en soledad a la Delegación del Gobierno, que ha tomado por primera vez una tímida medida para frenar esta deriva ya clásica en estas finales futbolísticas cuando llegan los equipos de esos territorios.

Ante eso, no es de extrañar que el nacionalismo y el independentismo campen a sus anchas y vayan cada día un poco más allá. La resolución de un juzgado, por muy respetable y acatable que sea, no puede servir para ocultar la realidad de lo que todos sabemos que se pretende con el uso de esos símbolos en esas finales y con los pitidos al himno nacional y al Rey. Los símbolos patrios como tales hay que cuidarlos y defenderlos. El valor y el respeto a los mismos dependen del valor que les demos y de la defensa que hagamos de ellos. Si no lo hacemos con mayor determinación de la que tienen los que quieren imponer otros que no respetan los de todos, difícilmente podremos inculcar el espíritu de unidad y el orgullo de ser españoles. Y si para hacerlo es preciso clarificar judicialmente el tema reformando o aclarando la ley, hagámoslo antes de que sea tarde o iremos a peor cada día.