Convenios colectivos

La estiba

La Razón
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Los maestros de la analogía y la propaganda ya han diseñado para el Gobierno de Rajoy su crisis de los «controladores». Aquella fue de aviones y turistas, la de ahora es con mercancía y palo al «import-export». Hoy son los estibadores. Les adorna la literatura periodística de las protestas del año 86, algo de mística oscura y una «ley del silencio» rodada en 1954 por Elia Kazan con Marlon Brando. Quien ande pensando que la respuesta del sector al Real Decreto Ley de mañana va a ser la «guitarrita» y el «no nos moverán» es que no ha visto el vídeo arenga de su líder Antolín. Al Gobierno se le termina el tiempo y tiene que aprobarlo para parar la hemorragia de pasta diaria que supone el incumplimiento de la sentencia europea. El torniquete que ha ideado Fomento pasa por la libertad de empresa y de contratación de trabajadores. Se fija un periodo transitorio de 3 años para mantener derechos de los que están y para que empresas y estibadores se adapten. Ahí el Gobierno ha fijado una partida a cuenta de los Puertos para lo que sea menester, esencialmente despidos. Enfrente está «el sindicato», los estibadores están dispuestos a seguir con los paros y con esa productividad mermada que no es «huelga de celo», es que con estas cosas «no están motivados». Los datos del movimiento en los puertos españoles nos dan una idea de su capacidad de coacción. El sistema portuario aporta 9.000 millones de euros y 145.000 puestos de trabajo. El 53% del comercio con la UE es marítimo, llega al 96% con terceros países, el 67% de las mercancías que entran y salen de España lo hacen por los puertos. Ya sabemos todos que los trabajadores están bien pagados, cosa que nos gustaría para todos los sectores productivos de este país, pero ellos se han arrogado la representación de «la clase trabajadora». Se presentan como la aldea gala de los derechos laborales, lo que deja en muy mal lugar tanto a UGT como a CC OO. ¿Dónde están los sindicatos? Fueron expulsados o se marcharon de la estiba a mediados de los años 80. Ya hemos vivido las primeras escaramuzas de la «guerra de opinión pública». Si todo sigue así, llegaremos a las noticias que tienen que ver con desabastecimiento y, en algún momento de esta película, la partida se va a jugar con pelotas de goma. No hay posibilidad de «militarizar» los puertos como hizo José Blanco con las torres de control, así que lo que nos espera es protesta sobre fondo colorista de contenedores, con ese aire mitológico del siglo XX que tanto gusta a la nueva zurda del XXI. Esto no ocurrirá de momento porque se han aplazado la aprobación y los paros.