Cristina López Schlichting

La historia más bella del mundo

La Razón
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La historia que les voy a relatar es la más bella y la más imposible. Pero es verdadera. Pocas veces el periodismo proporciona alegrías tan redondas, de novela o de película «inspiradas en hechos reales». Ayer culminó algo que empezó hace un año, cuando visité un campo de refugiados de Erbil, en el Kurdistán iraquí. Allí, en una caravana de las que por miles albergan a los refugiados procedentes de la llanura de Nínive, conocí una familia destrozada. Un padre medio loco y una madre de 43 años que aparentaba 70. Ajados, abandonados ambos, rotos de dolor porque los terroristas islámicos habían secuestrado a su hijita de 3 años. Una historia así es imposible de olvidar, pero tanto más cuanto que la cría perdida se llamaba Cristina. Una foto manoseada, pegada en la pared con cinta adhesiva transparente, mostraba la carita de la cría y la madre lloraba incesantemente y se me abrazaba. Los otros cuatro hijos miraban desconcertados. «Recen ustedes, recen –nos repetía Aída, que así se llamaba la señora– pídanle a Dios que me la devuelva». Se lo prometí. 13 TV emitió una película. Miles de personas vieron el vídeo en las redes.

Cristina había sido arrancada de los brazos de su madre cuando la familia, cristiana caldea, huía de Qaraqosh, cerca de Mosul, tras la toma del territorio por los terroristas del ISIS o Daesh. Uno de ellos se la arrebató en el momento de subir a un autobús: «Si usted grita o se resiste, la mato a ella». El vehículo dejó la ciudad y nunca más la vieron. ¿Qué fuerza permitía a Aída aferrarse a la idea de que su hija reaparecería?

Y el viernes pasó. Ocurrió. Un tuit de la responsable de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), la ONG del Papa, Raquel Martín, la extraordinaria profesional que encabezó nuestra expedición a Kurdistán, publicó lo que no puedo sino calificar de milagro. «Cristina, liberada».

Tres años después de aquel fatídico verano de 2014, cuando decenas de miles de personas fueron obligadas a huir, el ejército iraquí ha rescatado la ciudad y una familia musulmana ha comunicado que tenía a Cristina en su casa. La habían encontrado en una mezquita y todo este tiempo la han cuidado con el resto de sus hijos. Cristina tiene ahora seis años, ha olvidado su lengua, el arameo, habla árabe y no reconoce a sus padres.

Pero ha vuelto a casa. Pocas cosas más bonitas he visto en la vida que la foto del abrazo de Aída y Cristina. Pocos vídeos más alegres que el de la fiesta de regreso de la criatura. Les recomiendo que lo vean en Facebook.com/cristinafindesemana.

Empieza ahora un camino de readaptación de una niña gravemente afectada por la separación de su familia. No será fácil, pero les aseguro que yo –que he rezado por ella como me pidió su madre– no hubiese dado un duro por su rescate. Me quedo con el tuit de @rosariosegurag: «Que alegría, mis alumnas de 9 años llevan meses rezando a diario por su liberación». Benditas.