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La Razón
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Rita Hayworth desnudó sensualmente el brazo de aquel guante infinito de raso negro y recibió una bofetada de Glenn Ford que trascendió de la pantalla. El estriptis y el tortazo convirtieron «Gilda» en película de culto, que pudo pasar también a la posteridad por frases como ésta de la protagonista: «Si fuera un rancho me llamarían tierra de nadie». Palabra e imagen.

Por lo primero ha quedado en entredicho el bueno de Pepe Castro, presidente del Sevilla que, en menos de un día, ha pasado de héroe a villano según discurría la vida deportiva de Vitolo, atlético después de todo, con parada y fonda en Las Palmas. Por lo segundo, la imagen, el dirigente hispalense ha salido trasquilado y de ello tratarán de sacar partido sus enemigos, que los tiene en casa. Mientras Vitolo iba y venía sin saber muy bien dónde le acoplarían, el Comité Olímpico Internacional aprobó que en septiembre presentará dos candidaturas a los Juegos de 2024 y 2028, París y Los Ángeles. No hay más. Si salieran elegidas en este orden, el COI podría lavar la vergonzosa imagen que mostró al mundo cuando se saltó preceptos, códigos, reglamentos y alarmas en beneficio de Río de Janeiro o de Tokio, y, de paso, devolver a Madrid lo que le debe, unos JJ OO en el año 2032.

Alejandro Blanco promovió los Juegos de la austeridad y los miembros del COI, supeditados al capricho de Jacques Rogge, le han dado la razón con la llegada de Thomas Bach y la deserción de ciudades como Roma, Hamburgo o Budapest, incapaces de asumir el gigantismo y los gastos superfluos de la vieja guardia olímpica. El COI ya no es el rancho de Rogge.