Rosetta Forner

La insoportable vida

La Razón
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Las drogas son nocivas para el cuerpo humano, destruyen neuronas, nublan el sentido común y no impiden disfrutar de la vida. Quizá el que cada vez más jóvenes y a menor edad se den al porro se deba a la pérdida o a la ausencia de amor en el hogar. Quizá los modelos de referencia de «estar permanentemente happy», en vez de admitir que la vida es una combinación de tristeza, alegría, problemas, milagros, magia y el crecer interiormente, producen mucha frustración. A mucha gente la vida tal cual sin disfraces no le gusta, de lo contrario no la envolverían en la droga. Detrás de alguien que consume drogas hay un ser humano falto de cariño, atención y motivación por vivir. Un ser humano feliz no se droga ni legal ni ilegalmente. Cuando la vida se nos hace insoportable echamos mano de las «drogas» en todas sus variantes. En lugar de traumatizarnos por no poder cumplir con esos modelos de referencia artificiales que nos presenta la sociedad, sería mejor buscar en el alma el bálsamo para curar nuestras heridas. Nos hemos desconectado de lo espiritual. Perdida la fe, ausente la religión, se produce una gran decepción vital. Las personas que poseen un amor propio sano, unas bases psicológicas fuertes, y hablan con su alma son poco proclives al desánimo vital. Por el contrario, aquellos que se ciñen al materialismo, se frustran con facilidad y no pudiendo alcanzar la zanahoria social, se deprimen y, para combatirlo, usan las drogas. Actualmente se nos insiste en que hay que ser felices, la felicidad es una palabra repetida en demasía, olvidando que, a veces, la insistencia genera lo contrario. Menos buscar fuera la solución y más abundar en la sabiduría para aceptar la vida como es para, desde ahí, mejorarla. Mi antídoto antidepresivo es: soy lo mejor que me ha pasado.