Tribunal Constitucional

La lección aprendida

La Razón
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Nada que ver con el 9-N. La lección la tenía aprendida el Gobierno. Por eso, Rajoy firmó ayer un escrito ordenando a la Abogacía del Estado que interpusiera un incidente de ejecución de sentencia ante el TC para responder a la admisión a trámite de la ley del referéndum. La idea es declarar nulos y sin efecto los acuerdos adoptados, evitar que se votara la propuesta y querellarse –por desobediencia y prevaricación– contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y los miembros de la Mesa que votaron la admisión a trámite.

La anécdota para la posteridad es que el secretario general de la Cámara, Xavier Muró, se negó a publicar el taexto de la Ley en el Diario Oficial, y dio orden expresa al resto de letrados de la Cámara para que actuaran en el mismo sentido. Tuvo que ser Forcadell la que mandó inscribirla, con el apoyo de diputados de Junts pel Sí –según dijo– «a título personal». No hay duda: una mujer que desborda talento, aunque su decisión ya haya sido recurrida al TC por Ciudadanos, PSC y PP. Pero nada –ni por supuesto la ilegalidad– detiene a los independentistas. El Gobierno, por boca de su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, no solo recordó la condición de imputada de Forcadell por favorecer la causa independentista, sino que calificó lo ocurrido ayer como un «acto de fuerza contrario a la democracia, a los derechos de los parlamentarios, de los catalanes y de las competencias de los funcionarios». También anunció que recurrirían la ley al Tribunal Constitucional.

Recordemos que este Alto Tribunal ya había sentenciado la organización de un referéndum el 1 de octubre en diciembre de 2015 y julio de 2017, así como en sus autos de julio y octubre de 2016, y de febrero de 2017. Pero como decía, la independencia no conoce barreras y, quizá por eso, Forcadell decidió liarse la manta a la cabeza y recusar a los doce integrantes del Constitucional para frenar su respuesta frente al reto independentista. Paradoja infinita de estos alegales de ampararse en la legalidad para intentar frenar su ilegalidad. Esta vez ya no se puede permitir ninguna broma. Hemos aguantado demasiadas.