Rosetta Forner

La llave del éxito

La llave del éxito
La llave del éxitolarazon

Si el maestro tuviese libertad para desarrollar su labor «adaptándose» a la singularidad de sus alumnos. Si los padres inculcasen a sus hijos que el «saber no ocupa lugar» pero ayuda a labrarse un porvenir, a tener el futuro con posibilidades. Si los niños viesen menos telebasura y dedicasen más tiempo al juego tradicional, que despeja neuronas, fomenta la creatividad y el ser resolutivo. Si aceptásemos que la «escuela de la vida» nos suspende o aprueba independientemente de las notas que sacamos en clase. Más allá de las Matemáticas, está el aprender a triunfar en la vida. La llamada inteligencia emocional contribuye a ello: gente con un coeficiente menor de inteligencia ha sabido gestionar mejor su vida. Más allá del «género» están las peculiaredades y singularidades de cada uno de nosotros: ni todas las niñas son peores que los chicos en Matemáticas, ni todos los chicos son peores en lectura que las chicas. Cada cual tiene unas capacidades. Lo importante es aprender a sacarle partido al «libro de instrucciones» que llevamos dentro. Como «coach PNL», enseño a la gente a potenciarse. Para poder «salir a ganar» debemos observar la realidad, ver qué no funciona y hacer algo por cambiarlo. Somos una sociedad de «ranas cocidas». Me explico: hemos tolerado en exceso y durante demasiados años el tener un sistema educativo que fomentaba el «estupidismo» y el «fracasismo» en los jóvenes. Cuando una persona se valora poco a sí misma, transige con «migajas» y «ve lo que le quieren hacer ver». Hemos normalizado que la calidad de la enseñanza sea «mala». Nos hemos quejado, pero hemos tragado. Aquí tenemos los resultados: SUSPENSO en excelencia. Invertir en educación es invertir la posibilidad de tener un futuro o varios. Es urgente que se sienten las bases de una Educación que fomente el aprendizaje, el esfuerzo, la excelencia, la genialidad. Empero, no sólo necesitamos un cambio en materia educativa sino en el paradigma de la actitud como nación: menos «conformismo» y más valentía para cambiar lo que no funciona.