Nacionalismo

La mentira

La Razón
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La mentira sostenida es argumento suficiente para la inhabilitación política. Que los líderes del proceso reconozcan y envuelvan en reflexión que todo fue un gran fraude es razón suficiente para que, hecha la confesión, anuncien que lo dejan. Pero en esa decisión se incluye una perversión que les ha servido de colchoneta: el pueblo. El politólogo Comín, uno de los personajes más peculiares de toda esta historia, ex consejero de Sanidad y fugado, asumía que al personal se le contó un cuento para mantener la cohesión. Esa ha sido la obsesión y la desmovilización ha sido el detonante para que se vayan tirando del caballo con piruetas ridículas y dejando las vergüenzas al aire. Todo esto del «procès» tuvo su despertar, por mucho que ahora se acuerden del Estatuto, en la salida de Mas de Moncloa con las manos vacías. Era el arranque de una legislatura en la que lo único que se podía repartir eran recortes, era una legislatura en la que Convergencia no pintaba nada en Madrid. Al principio pactaron, incluso consiguieron el indulto para dos de sus corruptos, pero Mas necesitaba un mensaje de algún «más allá» para proclamarse el ungido y jugar a los países. Vio la multitud de la Diada de 2012 y se dijo sobre esta masa construiré mi discurso de reivindicación «victimista». Acabó de mártir olvidado y todavía debe casi 3 millones al Tribunal de Cuentas, poca épica. Con brío cogió las riendas Puigdemont. Cabalgó sobre los lomos y las alforjas repletas de subvenciones de la ANC y de Omnium con la seguridad de que la calle era suya. La calle como argumento político es un factor impredecible y pasó lo que nos dijeron que no iba a pasar. No ha pasado nada equiparable a las plagas prometidas. Primero dejaron de sonar las cacerolas por falta de tamborileros y porque tenía más gracia Manolo Escobar, luego llegaron las manifestaciones constitucionalistas y el independentismo perdió la calle. La última huelga que se llamó general y fue de sabotajes selectivos en trenes y carreteras solo consiguió cabreo ciudadano. Cuando han mirado a la calle y no han encontrado a nadie es cuando han confesado que todo fue un engaño. Después de acatar el 155 e ir a las elecciones del 21 D solo queda que alguien agradezca a Rajoy haberles sacado de su atolladero. El «general sonado» desde Bruselas ya no manda, ya no tiene mano en la caja así que se dedicará a hacer daño al Estado de Derecho español echándose en manos de personajes como Assange que lo único que le van a granjear son nuevos enemigos internacionales. En los libros de historia manipulada borrarán este 2017.