Cristina López Schlichting

La paja ajena

Hubo lío de maderos. Por un instante se mezclaron los escoltas que protegían al ex vicepresidente y los polis que venían a detenerlo; los que custodiaban al ex dirigente del FMI y los que perseguían al chorizo. Los vecinos del barrio de Salamanca no se aclaraban, pero cruzaban de acera. De madurito sexy con dinero, a ejecutivo desfondado. Si es que no aprendemos. Todos se apuntan a tus merendolas y viajes, y todos, luego, se sacuden de los pies el polvo que se les ha pegado en tus fincas. Una lista larga de fans se daban el pisto por codearse con «Rodrigo»... bien porque sus papis también habían sido del régimen, por haber compartido pupitre de alta cuna o por simple pasión por el ringorrango. Rato pudo haber ir a Moncloa y va a ir a la cárcel. No son delitos menores ni el tener dinero de procedencia ilícita (blanqueo), ni esconderlo en el extranjero (tráfico de capitales), ni escamotear bienes para evitar el pago de la fianza de 800 millones por Bankia (alzamiento); pero muchos que se escandalizan podrían ir detrás. Hay una maldición en los destinos aciagos de los padres que se repiten en sus hijos. Ramón Rato, franquista de pro, cofundador de Radio Nacional y creador de Cadena Rato, ya fue condenado en 1967 a tres años de cárcel y multa de 176 millones por evasión de capitales en Suiza. A mí, qué quieren, me da pena; por la vanidad humana, tan tonta, y la hipocresía social. En España, un millonario o un famoso entre rejas dan mucho gusto. Así se fomenta el espejismo de limpieza, el auto de fe escarmentador y catártico, sin que en el fondo nada cambie. Aquí ha tenido dinero en paraísos fiscales todo rico que se precie; repartido dinero de cursos y «eres» el que ha podido; viajado a todo tren con dinero público, desde personal universitario hasta parlamentarios; robado material del hospital muchos empleados. Han usado medios sanitarios públicos los médicos privados. Qué decir de los enchufes o los actos de los que facturaban en B, desde constructores hasta chapuzas, desde arquitectos hasta abogados. Qué pensar de Chaves, que financió la empresa de su hija con nuestro dinero; de Griñán, que dice ser ciego; de Zarrías, que se paseaba con maletín por Andalucía y ahora dice que era un mandao. España ha sido y es así en gran medida. ¿Cómo absolver a quien nos amenazaba con Hacienda, mientras él mismo defraudaba? Imposible. Un ex vicepresidente en prisión será necesario, pero es todo menos motivo de orgullo o purga de Benito.