Martín Prieto

La piñata

El Frente Sandinista sacó del país a los Somoza y los nicaragüenses bautizaron como «piñata» las primeras decisiones de los revoluciónarios: de un golpe de palo y con los ojos vendados llovieron sobre ellos las mansiones de la dictadura, sus estancias, negocios, la vajilla y hasta las amantes abandonadas a su albur. Resultaba inevitable que al amparo de partidos neonatos o de aluvión se apuntaran pícaros como si las ventanillas de Podemos o Ciudadanos fueran las colas del INEM. UPyD tuvo filtro para los oportunistas, aunque se encargó Rosa Díez con sus purgas de dejar el partido en decimales electorales. PP, PSOE, y hasta la carcomida IU, cuentan con estructuras nacionales donde todo el mundo se conoce y al recién llegado le cachean. Ciudadanos es un partido catalán obligado a las doce menos cinco de las elecciones a cribar su militancia trufada de falangistas o cucañeros, subidos al carro emergente de Rivera, porque en España la posibilidad de éxito despierta adhesiones de toda la vida. Aun así, Rinconete y Cortadillo se alzarán con concejalías porque el campo de los pillastres no tiene cercas. Pero la subasta de empleo público en 8.000 ayuntamientos y con la pedrea de 3.000 pedanías, es un maná, fuente de trabajo providencial. Podemos, escombrera social, concurre a las municipales con marcas blancas y genéricos donde se citan Rincón y Cortado, Pablo el Buscón, Guzmán de Alfarache, los discípulos de Monipodio y hasta los émulos de Luis Candelas, que no mató a nadie aunque le dieron cuerda. El negocio de la solidaridad es más rentable y fácil que hacerse autónomo: una causa indiscutible como los desahucios, el hambre, los ancianos, tres tertulias televisivas y un par de escraches publicitados te garantizan, al menos, una concejalía, despacho, presupuesto, dietas y relaciones para cuatro años prorrogables hasta que se enfríe el infierno. Antes que se cerraran los colegios de ayer ya se sabían los famosos analfabetos funcionales que tenían asegurada su acta en esta variante política del juego de la piñata.