Exposición

La ruina del Met

La Razón
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Qué aficionados somos a protagonizar martirios. Lo demuestra la profesora María Elvira Roca Barea con su Imperofobia y Leyenda Negra, imprescindible para entender hasta qué punto somatizamos el odio que recibíamos. Lo recuerdas cada vez que en España alguien dice o escribe que somos unos bárbaros, corruptos, comedores de ajos y homúnculos incapaces de gobernarse. Muchos de los latigazos que nos arreamos carecen de justificación. Pero. También hay líos, chapuzas, errores y hasta tragedias. La cuestión es que están más repartidos por el mundo de lo que autoodio, tan español, reconoce. Ahí fuera, mismamente aquí, en Nueva York, también despilfarraron. También sometieron a su economía a las tensiones provocadas por los espejismos de la abundancia. También gastaron lo que no había. Contemplen el Met, el todopoderoso Museo Metropolitano de Nueva York, que amenaza ruina. Millones de visitantes. Una presencia en el mundo del arte como la de muy pocos museos. Un aura de trasatlántico en el 681 de la Quinta Avenida. Pues bien, el viejo sueño de los plutócratas y los reyes del acero, que nació para rivalizar con París, Berlín y Madrid, acaba de perder a su director, el todopoderoso Thomas P. Campbell. Ha renunciado a punta de pistola, como mandan los cánones de las dimisiones tormentosas. ¿Su problema? 40 millones de dólares. Mínimo. Una deuda fruto del mucho inaugurar mientras pulimos créditos. Campbell, que puede vanagloriarse de haber multiplicado el número de visitantes, también compró el edificio del Whitney para levantar un gemelo del Met dedicado al arte contemporáneo. Sus proyectos de renovación incluían digitalizar los fondos del museo e inaugurar una nueva ala, presupuestada en 600 millones. Hubo que parar porque las goteras del viejo edificio amenazaban con devorar las colecciones. Hace apenas 15 días que el ya ex director había publicado en «The New York Times» un artículo en el que disertaba de la relación entre el arte y el dinero. Concretamente, denunciaba los planes de demolición que acaricia Donalt Trump respecto a la National Endowment for the Arts, la multimillonaria red federal que financia proyectos artísticos en EEUU. Todo correcto, pero mientras el capitán Campbell regalaba lecciones su museo, la joya de la corona en Manhattan ha despedido a más de 50 empleados y planea reducir las exposiciones de 60 a 40. El mismo «The New York Times» lo anunció el 4 de febrero: «¿Es el Met una institución en declive?». Su pieza ha sido el descabello para el heredero de Philippe de Montebello. Un incendio, un seísmo, una catástrofe, que tiene a Nueva York conmocionada. Lo que yo me pregunto es a quién podrán culpar del despilfarro los gerentes y patrones del museo. Que sepamos, Trump todavía no era presidente cuando la institución arrancó a despeñarse. A falta de culpables lejanos tenemos ya la primera baja, Campbell, mientras el planeta del arte asiste atónito a la demolición de un símbolo. Ojalá los nuevos directivos logren resucitarlo. Habrá que poner a dieta al museo. Tendrán que acostumbrarse a no quemar lo que no tienen.