Ciclismo

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La sombra

La Razón
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En los albores de los 80, allá en el siglo pasado, el ciclismo español acudía al Tour con menos expectativas aún que en la posguerra. Julián Berrendero cruzaba la frontera para luchar por aquella montaña que Trueba mitificó y para comer pollo, manjar que a este lado de los Pirineos escaseaba, como tantos alimentos de primera necesidad. Con Alberto Fernández y Marino Lejarreta el Teka consideraba un triunfo clasificar a cualquiera de ellos entre los diez primeros. Hasta que apareció el Reynolds con Arroyo y Delgado para recuperar parte del esplendor que después de Bahamontes y Ocaña ocultó el eclipse. Hoy por hoy el listón que mide el control de calidad oscila. De no haber sido por las dichosas caídas, Contador sería candidato indiscutible al podio. Es noveno. En la sexta posición, Mikel Landa, cuyo obstáculo principal no es la desventaja (1:17) sino la servidumbre debida a Froome.

Landa asume ese rol secundario a duras penas, le cuesta contenerse. Se ve jefe de filas, cree en sus facultades para liderar una escuadra; lo ha dicho. Si es preciso entregará la bicicleta a Froome si rompe antes de llegar a París, como hizo Kwiatwoski; pero avisa: la próxima temporada nadie le recortará las alas.

Coincide el deseo de Landa por salir de la sombra con el de Neymar por liberarse del yugo de Messi. Dicen que su padre ha aprovechado el interés desmesurado del Barça por Verratti para ofrecerle al PSG. Los contactos no son novedad y la cláusula de 222 millones, asequible para el jeque Al-Khelaïfi.

Verano, mercurio, mercado, millones; Neymar, Ronaldo, Morata, Costa; sinónimos contra la sombra.