Enrique López

La Unesco de Jerusalén

La Razón
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El Comité Ejecutivo de la UNESCO aprobó una resolución crítica con la actuación de Israel en Gaza y especialmente en el este de Jerusalén, la parte de la ciudad que según el derecho internacional correspondería a los palestinos. En la resolución, la UNESCO deplora «el rechazo de las autoridades de la ocupación a acabar con sus persistentes excavaciones, túneles, obras y proyectos en Jerusalén Este, y en particular dentro y fuera de la Ciudad Vieja». Esta resolución ha sido aprobada con el voto a favor de veintidós países, diez han votado en contra, y 23, entre los que se encuentra España, se han abstenido. Llama poderosamente la atención que esta resolución se haya adoptado casualmente el día en que se ha celebrado la independencia de Israel (Iom Hatzmaut), el dos de mayo. La cuestión es si, con motivo de unas excavaciones realizadas por la administración israelí, que tienen por objeto rescatar parte del Jerusalén bíblico, la ciudad del Rey David o el muro del Segundo Templo, es razón suficiente para que una organización internacional cuyo único fin es la promoción de la educación, la ciencia y la cultura, discuta la soberanía de Israel sobre Jerusalén, y si realmente con ello se quiere contribuir a fomentar la deseada paz en esa tierra considera Santa por la tres religiones monoteístas. Las excavaciones no están dañando en modo alguno ninguna de las mezquitas de Jerusalén, y mucho menos el barrio árabe. Cuestión diferente son los problemas existentes como consecuencia de las medidas de seguridad y control del trasiego de personas entre zonas sometidas a la Autoridad de Palestina e Israel, pero esto es una cuestión a tratar en otros foros que no son la UNESCO. Jerusalén es una ciudad cuyo origen se remonta a la edad del bronce, y de acuerdo a una tradición judía fue fundada por Sem y Eber, ancestros de Abraham. Es una ciudad que rezuma historia por su cuatro costados, en la que primero fueron los patriarcas y profetas, después Jesús y más tarde Mahoma, en la que han habitado judíos, cristianos, bizantinos, árabes, cruzados europeos, mamelucos, otomanos, ingleses y finalmente de nuevo judíos. Actualmente conviven comunidades judías, palestinas y cristianas, y se profesan las tres religiones con plena libertad de culto. Cuestionar unas excavaciones que descuben la antigua Jerusalén sin afectar a la actual, donde se respetan las Mezquitas, las Iglesias bizantinas medievales y modernas, la muralla otomana, etc., y ello, sobre la base del conflicto entre Israel y Palestina, no me parece acertado. Las excavaciones son lo que son, al margen de este conflicto, y lo que se debe buscar es el entendimiento y no la confrontación. La paz es anhelada por todos, judíos y palestinos, y la solución la deben encontrar sus representantes políticos, mientras que los demás Estados lo que deben hacer es contribuir a la consecución de la anhelada paz, y no con el pretexto de unas excavaciones que en cualquier otro lugar del mundo se verían normales, buscar un nuevo motivo de pugna. Las tres religiones monoteístas rezan a un mismo Dios, comparten un tronco común, y esto, podría inspirar una solución definitiva.