Marta Robles

Las chicas son guerreras

La Razón
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El paso de los siglos parece estar llevando al sector femenino a replicar los comportamientos masculinos en todas las edades. Por eso si desde hace mucho sabíamos del enorme problema de algunos chicos que durante la adolescencia se volvían muy agresivos con sus progenitores, ahora tenemos que lamentar que también haya chicas con el mismo comportamiento. De hecho, representan más de un tercio de las estadísticas y en su caso hay un agravante, porque ya se sabe que, por cultura o por costumbre, sobre todo a los padres (hombres), les cuesta mucho más enfrentarse a ellas que a los varones. Tal vez por eso se tarda más en reconocer este comportamiento anormal en las chicas que en los chicos y, según los expertos, se espera a denunciar hasta que se produzca la agresión física. Y es muy peligroso, porque, cuando una niña alcanza ese punto, es porque el problema ya es irreversible y crónico–por lo menos a corto plazo– y forma ya parte de su propio carácter. La violencia está mucho menos asimilada en las niñas que en los niños y, para llegar a ella, necesitan fabricar defensas psicológicas previas, construyendo una dureza emocional que no poseen per se. La realidad es que cada vez son más las chicas adolescentes que alcanzan ese terrible estado. ¿Qué hacer para evitarlo? Pues para empezar, reconocer que existe el problema y afrontarlo, pero mucho antes, aprender que el amor se demuestra de mil maneras, pero también estableciendo normas y poniendo límites. A ellos, claro, que suelen tender más a la violencia por naturaleza, y a ellas, que en nuestros días y no precisamente en el buen sentido del término, también son guerreras.