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La Razón
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Todo tiene su fin, no es aquella canción de Los Módulos sino la bajada del telón liguero hasta la próxima temporada. Aunque la una y la otra soportan cierto parangón llegados al ocaso del campeonato: «Todo da igual ya nada importa». Con tres suculentos puntos de ventaja, el Madrid acude a Málaga. Un empate le corona de laureles. Una derrota, si el Barça vence al Eibar, dejaría huérfana de fiesta a Cibeles porque el jolgorio sería en Canaletas. Si triunfa el Madrid, que es lo probable, Luis Enrique en su despedida se acordará de los puntos perdidos con el Alavés (3), el Celta (3), el Dépor (3), el Betis (1) y, precisamente, el Málaga (3). 13 volaron, suficientes para no culpar de la frustración al centralismo, al empedrado y al árbitro. En el torneo de la regularidad se impone el mejor y la influencia de Villar, que mañana será reelegido para el octavo mandato, habrá sido idéntica en cada Liga desde 1988, cuando llegó al poder. El Villarreal en Mestalla, el Athletic en el Calderón y la Real Sociedad en Balaídos compiten por dos plazas europeas. Todo lo demás, empaquetado.

Y antes de esas decisiones cruciales, el equipo de féminas del Atlético se había proclamado campeón de Liga. Neptuno merece una visita. Es un hito. El torneo Iberdrola sigue esperando al Madrid. Al club han llegado proyectos, desestimados todos, por ahora. Es tal el ímpetu del fútbol femenino que no hay que descartar su incorporación al «mejor club del siglo XX», mantra que recuerda en cada intervención su presidente. «Never say never again», nunca digas nunca jamás, que escribió Ian Fleming, y nunca digas «never, never» si el objetivo es Beckham.