Enrique López

Las mentiras en la red

La Razón
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Tras el resultado del Brexit y las elecciones presidenciales en Estados Unidos que ganó Donald Trump, el concepto de noticias falsas o fake news ha cobrado una gran relevancia entre la opinión pública internacional. En España no estábamos tan próximos a esta preocupación, pero, tras lo ocurrido en Cataluña, nos hemos encontrado con una cruda realidad, a la posible desinformación y manipulación que ya se venía produciendo en algunos medios de comunicación tradicionales se ha sumado el abuso en internet y las redes sociales, las cuales han potenciado el impacto de este tipo de contenidos y no sólo por su dimensión y alcance, sino por las facilidades que ofrece la tecnología para manipular la información. La verificación de la información ante el impacto de las noticias falsas es hoy un reto, no sólo del periodismo tradicional, sino de toda la sociedad –el derecho a recibir información veraz y contrastada es un derecho básico en una democracia representativa–. Los ciudadanos desconfían de los medios de comunicación tradicionales ante lo que buscan otras formas de informarse. Muchos de ellos se entregan ingenua e irresponsablemente a las noticias que circulan por las redes sociales. Hace poco pude leer que las cifras que miden la confianza de los estadounidenses en los grandes medios de comunicación han ido cayendo drásticamente. En 1972, por ejemplo, cuando «The Washington Post» destapó el escándalo de Watergate, gozaban del 70% de confianza; en 1997, llegaron al 53% y en 2017, los índices bajaron hasta 32%. Incluso, la buena imagen de los periódicos norteamericanos en este momento oscila entre el 9% y el 15%. Pero este fenómeno es global. La alternativa que buscan muchos ciudadanos son las redes sociales y, hace poco tiempo, hemos vivido de forma cruda en España cómo se manipularon los acontecimientos del 1 de octubre en Barcelona mediante imágenes antiguas referidas a actuaciones de la Policía autónoma catalana imputándoselas a la Policía Nacional, o como aparecían falsos heridos en la red, amén de alguna actuación personal memorable. A esto se le une la sospecha de que muchas de estas noticias son creadas en servidores radicados en países extranjeros como es el caso de Rusia y Venezuela con fines totalmente desconocidos. Ante ello, hay que aplaudir la iniciativa de la Unión Europea. A través de la Comisión busca la opinión de los ciudadanos y expertos europeos para que, con base en esto, se desarrollen estrategias para la identificación de las noticias falsas, mejorar la confianza en todo lo que se maneja en redes y organizar la información a la que se exponen. En cualquier caso, debemos tener claro que los medios de comunicación tradicionales, prensa escrita o publicada en internet, televisión y radio, están sometidos al deber constitucional de veracidad, a la vez que obligados a contrastar sus noticias, distinguiendo lo que es información de la opinión. Los medios deben efectuar un esfuerzo de objetividad para poder recuperar la confianza de los ciudadanos, los cuales debemos ser mucho más críticos y selectivos con las noticias que aparecen en las redes sociales. La calidad de la democracia está en juego.