Cataluña

Llevar la papeleta de casa

La Razón
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Resulta que, pese a los buenos augurios demoscópicos, los partidos constitucionalistas en Cataluña no se fían de que, cuando acudan a las urnas, sus electores no se vean coaccionados por los comisarios nacionalistas que suelen vigilar los colegios electorales y, sobre todo, cuáles son las papeletas que, en medio del follón, cogen aquellos a la vista de todos. En esta semana han abundado las declaraciones de los digamos españolistas señalando que hay que «combatir el miedo» de los votantes a ser identificados como no nacionalistas, el «miedo a coger la papeleta», porque según ellos «hay zonas de Cataluña donde la presión es muy dura». No lo pongo en duda, aunque me parece necesario introducir el matiz de que tal fenómeno se produce en toda España, especialmente en los municipios pequeños y medianos –que son muchos– donde las oligarquías locales son fuertes y el caciquismo todavía no ha desaparecido del todo. Yo pude comprobarlo en conversaciones con bastantes personas en una época en la que, cometiendo un tremendo error del que estoy arrepentido, ejercí de candidato. Menos mal que duró poco y ahora es sólo un recuerdo.

Ni que decir tiene que ese problema no es sino la consecuencia de que, en España, no existe el secreto del voto, tal como se ha encargado de recordar con reiteración la OSCE en todos sus informes sobre las elecciones españolas. Y no existe sencillamente porque no se obliga a los electores a pasar por una cabina, colocada cerca de las urnas, para elegir libremente la lista a la que quieren votar. Lo que a los aludidos partidos se les ha ocurrido para evitar las consecuencias de esta lacra de nuestro sistema es que los votantes vayan servidos de casa «con el sobre bien cerrado». Y con tal finalidad están dispuestos a tirar la casa por la ventana gastándose un pastón en enviar las papeletas a todos los domicilios catalanes. Tanto Ciudadanos como el PSC han dicho que esta vez se van a dedicar más dinero a este asunto, hasta el punto de que han previsto casi la mitad de su presupuesto para ello. Los del PP no han hablado de cifras, tal vez porque son muy recatados, pero sí han destacado que esos envíos los van a hacer dos veces.

Puntualizo inmediatamente que eso de que los partidos se van a gastar su dinero es un mero eufemismo. Porque, en realidad, el dinero sale de nuestros bolsillos, pues sus campañas se pagan mayormente con las subvenciones electorales; o sea, con los impuestos que nosotros abonamos a la hacienda. Digo yo que a lo mejor nos salía más a cuenta que el gobierno se gastara el presupuesto en proveer de cabinas a todas las mesas electorales y, cambiando la ley, impusiera a su uso. De esa manera nos ahorraríamos lo del «mailing», esa palabra horrible que tantos euros nos cuesta. Claro que habría más igualdad en la competición electoral; y eso parece que a los grandes partidos no les conviene.