Enrique López

Los extremos se tocan

La Razón
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Se dice que extremo es lo que dista mucho en el espacio o en el tiempo con respecto a la persona que habla o a un punto que se toma como referencia, en definitiva, es algo que está en su grado máximo. En el fútbol es un futbolista que se sitúa en la banda o lateral del campo, donde comúnmente cumple la función de ataque, y en matemáticas, es una función que indica que son los valores más grandes o los más pequeños de un intervalo. En política, los extremos son ideologías que se sitúan muy alejadas del centro político o del espacio social del consenso. Normalmente se suele hablar de extrema izquierda o extrema derecha, como si de fútbol se tratara, más lo que define a ambas posiciones políticas, es que cuando alcanzan el poder, dejan tras de sí países arruinados política, social y económicamente, y ello, tras cebarse con las libertades y con el individuo, arrasando con el progreso hasta que implosionan. Resulta paradójica la similitud en las actitudes y comportamientos entre ambos extremos del espectro político y como les hacen asemejarse; coinciden en la exaltación y culto a la personalidad, y ello, tanto en el fascismo como en el comunismo, Hitler, Stalin, Mao, Fidel Castro, etc.; en ambos extremos se promete y plantea la construcción de una sociedad perfecta o utopía que justifica todo tipo de sacrificios, corrupciones, violaciones de derechos individuales, hasta el punto de acabar con el individuo, desembocando casi siempre en auténticas distopías. Tan es así, que siempre que se quiere denostar a ambos movimientos, se suele utilizar la expresión –los extremos se tocan–. Las dictaduras, tanto de izquierdas como de derechas, han sido perniciosas para los países que las han sufrido, y por ello, resulta igual de hilarante cualquier referencia o apelación a las mismas, de uno u otro signo. Respecto a las dictaduras de extrema derecha parece que nos hemos inoculado y mucho, hasta el punto de que la mera cita o expresión de sus recuerdos, aunque sean simbólicos resulta ofensiva moral y éticamente. No ocurre lo mismo con las dictaduras de extrema izquierda, como la vivida en la URSS y el bloque soviético, con su traslación a otros países como Cuba, por ejemplo, donde hasta el estalinismo pasa inadvertido a muchas conciencias a pesar de los millones de muertes que causó, convirtiéndose en unos de los genocidios más dramáticos de la historia moderna. Llegados a este punto, resulta interesante recordar a la persona de Tzevan Todorov, nombre mayúsculo de las ciencias sociales de las últimas décadas, especialmente en su especialidad –la filosofía del lenguaje– y recientemente fallecido, el cual destacó por sus feroces críticas a las dictaduras y a los genocidios tanto de derecha como de izquierda, destacando una frase magistral que expresó en relación al modelo argentino de «búsqueda de la Memoria, Verdad y Justicia» por entenderlo parcial y sectario; la frase en cuestión era “Una sociedad necesita conocer la Historia, no solamente tener memoria”. Esta frase tendría y tiene una gran actualidad en España, donde exacerbando la memoria se corre el riesgo de no conocer la historia.