Podemos

Los listillos

La Razón
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El espectáculo es patético y la sensación, penosa, pero no desesperen. Tal como se perfila el tinglado, todo puede ponerse bastante peor. Y no habrá que esperar a Navidades ni a ese 25 de diciembre que la progresía ha elevado a categoría de intocable, sino en unas semanas. Les adelanté el otro día que había descubierto el plan secreto de Pedro Sánchez, que no es otro que volver a intentar la investidura y a medida que pasan las horas se refuerzan los indicios. Hace un par de días, el pesado de Errejón dejó caer que si Mariano Rajoy no logra esta semana los 176 votos imprescindibles para renovar estancia en La Moncloa, se abriría para Podemos una nueva oportunidad de acceder al Gobierno. Añadía untuoso el ayudante de Pablo Iglesias de que esta vez serán «generosos». Traducido al castellano, eso quiere decir que en lugar de enloquecer, como hicieron tras el 20-D, buscarán un apaño razonable con el PSOE. Existe la tendencia en España a considerar que los políticos son una panda de incompetentes, con menos luces que el castillo del Conde Drácula, pero se trata de una percepción equivocada. En ese negociado, duro y competitivo como pocos, no hay tontos. Con contadas excepciones, los que dirigen los partidos son listos y cuando carecen de algo suele ser de moral, pero nunca de ambición o inteligencia. Por eso están tan quemados los de Podemos. No es que sean unos lumbreras, pero tontos tampoco son, y ya han llegado a la conclusión de que se equivocaron el pasado abril al negarse a apoyar el pacto cerrado entre PSOE y Ciudadanos. Habrían hecho presidente a Sánchez, débil y en precario, y a estas horas, con la vista puesta en unas elecciones a finales de 2017, estarían haciendo feroz oposición, como fuerza hegemónica y estandarte del rojerío nacional. Apostaron a una repetición de los comicios, convencidos de que lograban el «sorpasso» y ahora, perdido el impulso, andan sonados, mandando mensajes de amor al etarra Otegi y con muchas probabilidades de terminar recluidos en el espacio que históricamente ocupó Izquierda Unida. Un Gobierno Frankenstein, con PSOE, ERC, los independentistas catalanes de derechas, los nacionalistas vascos y hasta la abstención de Bildu, les colocaría de nuevo en el escenario. A pesar de que tienen Madrid, Barcelona, Zaragoza, La Coruña y Cádiz llenas de mierda, ya tienen claro que es mejor pillar poder que desgañitarse manifestándose y con un par de asientos en el Consejo de Ministros; estos listillos se ven capaces de todo. La intemerata.