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Los «Pavías» del PSOE

La Razón
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Para irse ambientando Susana Díaz acudió a Madrid un par de días antes del macroacto que ayer lanzaba su precandidatura a las primarias socialistas y como una turista más se acercó a la histórica taberna «casa Labra» junto a la puerta del Sol, templo de visita inexcusable para quienes acuden a la capital desde otras provincias, no sólo por tratarse del lugar en el que «empezó todo» de la mano de Pablo Iglesias Posse hace casi 140 años, sino además porque probablemente sirve los mejores buñuelos de bacalao también conocidos como «soldados de Pavía». Díaz enebro un acto cargado de simbología reuniéndose con jóvenes ahí donde se fundó el PSOE, pero también donde el protagonista es ese bocado que debe su nombre a otro hecho no menos histórico como fue la disolución de las Cortes por los húsares al mando del General Pavía acabando con la primera República.

Lo de ayer en Madrid y obviamente lo de Burjassot con un Sánchez que no parece estar muy de acuerdo con todo lo visto y oído en torno a ex presidentes y ex líderes de la historia reciente de nuestro socialismo fue como la auténtica «pegada de carteles» de una campaña por el asalto al trono de Ferraz, sin olvidar las más «familiares» y didácticas reuniones de Patxi López con militantes –ayer en Cantabria– en la que las zancadillas, los golpes bajo el calzón y los palos con cuchillas en las ruedas pueden dejar la carrera de cuadrigas de Ben Hur a la altura del paseo por el claustro de un convento de clarisas. El ex secretario general volvió a demostrar ayer que posee suficiente músculo para sostenerle la mirada hasta el veredicto decisivo de 190 mil militantes a una lideresa andaluza, que ahora habrá de practicar con las muñeiras, las sardanas, las jotas y los chotis, pero que sobre todo deberá lidiar con las críticas por no ceder la presidencia de la Junta y es que, proponer ahora un nuevo nombre a quienes tan caro vendieron su apoyo a la investidura de Díaz acarrea casi tanto pánico como adelantar los comicios en Andalucía.

La disyuntiva real no pasa tanto por saber quiénes encarnan más y mejor ese espíritu del «internacionalismo obrero» trufado con la «ilustración universitaria» que Felipe y Guerra trajeron hace décadas bajo el brazo y que Madina y otros han sacado del arcón este fin de semana, ni siquiera por la obsesión de Sánchez por repartir carnets con pedigrees de izquierdas, pasa por un problema de irreconciliables relaciones personales que, a diferencia de otros procesos vividos en el PSOE no garantiza a día de hoy la integración postcongreso federal gane quien gane y eso –repásese el sondeo de NC Report publicado ayer por este periódico– no lo perdonaría un largo 65 por ciento de los votantes socialistas. El proceso de aquí a finales de mayo pude mostrar «Pavías» no precisamente de los de la taberna visitada por Susana y quien lo siga de cerca va a precisar de algo más que casco y hombreras.