Ángela Vallvey

Magos

La Razón
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Hoy todos piensan en sus deseos. ¿Qué pedir a los Reyes Magos? Cómo escribirles una carta confesándoles nuestro comportamiento y que, aún así, Sus Majestades de Extremo Oriente se dignen a traernos cosas... Todas esas chucherías fatuas que les pedimos. Un caudal de chorradas para ahogar la ansiedad, las penas. Aunque, parafraseando la canción: «Poseyendo tonterías, ahogaba mis penas. Pero mis penas aprendieron a nadar y me salieron carísimas». Los Reyes Magos deben haber oído de todo en los últimos milenios. Podrían organizar un concurso con las cartas más delirantes que han recibido en dos mil años (ganaría yo). Todos intentamos disimular, diciéndoles que hemos sido buenos a lo largo del año, aunque lo cierto es que cada vez lo somos menos. O eso se deduce mirando alrededor, ¡porque hay que ver cómo está el mundo...! Parece que no amásemos bastante la vida. Observando el planeta una se pone cursi, redicha y engomada, como una Miss recién coronada con una subida de azúcar espiritual. Y es que, definitivamente, no hay progreso, que diría Darwin... Quien ama la vida es capaz de poner su existencia al servicio de una buena idea. Muchas personas no pueden situarse en el mundo, ajustarse, ser felices, porque les falta eso: una gran idea, bella y enorme, algo que pueda crecer de forma sana en sus corazones. Los asesinos y violadores, los malvados en general, no tienen una buena vida. Y, además, robar, matar a otros seres, lastimarlos, mentir siempre, provocar daños... debe ser condenadamente estresante. Es mejor emplear las fuerzas en algo grandioso de verdad: leer poemas, amar bien, tener una profesión digna, criar buenos hijos, llegar honradamente a fin de mes sin números rojos en la cuenta corriente (y moliente)... Así que, este año ya sé qué pedir a los Reyes Magos. He encontrado mi deseo leyendo el opúsculo «El arte de aprender», de Marcel Prevost. En las palabras siguientes: «Hay una dicha que resulta del ejercicio disciplinado de nuestra actividad, de nuestros pensamientos y de nuestra sensibilidad. No se engaña con ningún espejismo quien trata de ser, cada noche, algo más de lo que era por la mañana...». O sea, que eso es lo que yo deseo para este año: «ser cada noche algo más de lo que era por la mañana». Y así, cada día del nuevo 2018. (Sí, ya lo sé, queridos Reyes Magos: este año no os voy a salir barata).