Nacionalismo

Mas ridículo

La Razón
La RazónLa Razón

Yo no sé si la enorme distancia y a lo loco platico contigo es un factor a considerar en la escritura, pero sentado en Brooklyn, hojeando periódicos, no encuentro otra cosa que el golpe de Estado en Cataluña. Quiero escribirles de Trump, del nuevo disco de Valerie June, gran esperanza del rock and roll y el blues, y una y otra y otra vez más acabo perplejo, platicando conmigo mismo, comentando lo que sucede en esa esquina de España. ¿Cómo reaccionarían, qué sucedería si en EEUU una Texas o un Wyoming plantearan algo semejante? ¿Cuál sería la respuesta ciudadana, la actitud del gobierno, la parla en las tertulias, la respuesta de la judicatura? Pongamos que un Estado, secuestrado por una minoría que habla con los dioses y cree haber sido elegida para romper las aguas, plantea la secesión del país, la quiebra de todos los preceptos constitucionales, la liquidación por derribo de la Ley, la burla del ordenamiento jurídico y la mutilación de los derechos ciudadanos. Imaginemos que alguien proclama que éste no es un país de leyes, que las leyes están para incumplirlas y que yo mismo y mi mecanismo proclamo la independencia de un territorio porque sí, porque lo valgo, amanecí Gandhi y a ti te encontré en la calle. Todo esto mientras leía sobre el truco de la Mesa del Parlamento catalán, que vulnera las normas elementales del juego democrático y hace del Estatuto un caperuzo. Todo esto mientras encontraba referencias a las dos conferencias que Artur Mas daba en Harvard y recordaba la que le escuché, hará dos años, en Columbia. Basura de la peor calaña, bullshit intelectual para consumo de una audiencia muy fetén que necesita con urgencia medicarse, con un jefe de prensa que había repartido el discurso del entonces presidente a los medios amigos y mantenía en la penumbra al resto, y un Mas que no parecía bromear cuando se comparó con George Washington y Martin Luther King. Lo de Harvard ha sido similar, igual de cutre, mendaz y delirante, aunque parece que algunos justos respondieron. No, no hay vida en la UE fuera de España; tampoco en la OTAN. No, el derecho a decidir no es democrático y en realidad mutila el derecho a decidir de la mayoría. No, la Cataluña del 3%, los mil imputados, la prohibición de rotular en español, la televisión golpista, los editoriales únicos y la xenofobia con gafas de concha no será la Dinamarca del sur. Más bien, en todo caso, una depurada versión de la Suráfrica del apartheid. Yo, de asesorar a Mas, le diría que limite sus charlas al paisito ese suyo, bien jaleado por funcionarios con el día libre. Aquí, y no es por chulear, pero aquí hay otro nivel, queridos. Cada vez que Mas abre la boca delante de un público de académicos, así en Columbia o en Harvard, hunde en el infierno el hipotético prestigio de su causa. Todavía peor que saltarse la Ley es hacer el ridículo. Excelencia, no haga el canelo. Que alguien que le quiera se lo diga.