Enrique López

Maza, uno de los mejores

La Razón
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Hoy no puedo más que dedicarle esta columna que tengo el honor de escribir en este medio a mi amigo José Manuel Maza. España ha perdido a uno de los mejores, y los que teníamos la suerte de conocerle a un buen amigo, y sobre todo a un hombre bueno. Como servidor público poco puedo añadir a lo que ya se ha dicho, como profesional la excelencia era su corolario, su entrega al trabajo y su dedicación eran encomiables. Normalmente la importancia de las personas se mide por el vacío que dejan, y el que deja José Manuel es enorme, pero que a nadie le quepa duda, su obra será culminada. Si algo definía su actuación profesional era su rabiosa independencia, independencia de criterio que siempre lo hacía especial, y por ello me dolió especialmente la injusta reprobación que sufrió en el Congreso, –se pretextó su falta de independencia–; ¡que poco lo conocían!, ¡cuán lejos estaba de su honradez semejante imputación! José Manuel, además de independiente, era de una honradez moral incuestionable, hizo siempre lo que le pareció correcto y justo sin someterse a prejuicios ni a ignotas lealtades, porque era leal con la ley y con su criterio, y nada más, nunca tuvo dueño. Ha sido una persona cuya máxima era no hacer daño a nadie, y lo cumplió hasta sus últimos días, pero nunca confundió independencia y neutralidad con indiferencia, afrontaba los problemas con valentía, con una envidiable valentía que le animaba a ser consecuente en todo momento, lo hacía no sólo con solvencia y eficacia, sino que también con una decidida resolución que a los más próximos no disipaba cualquier tipo de duda. Su cultura era paralela a su modestia, la arrogancia nunca estuvo en su vocabulario, convertía sus acciones más importantes y exitosas en simples actos de un ser decidido. Debemos honrar su memoria como se honra a los mejores, porque una sociedad que no honra a sus mejores acabará en manos de los peores. Como decía Cicerón, «la vida de los muertos está en la memoria de los vivos», y por ello, nuestro amigo Maza vivirá en nuestra memoria, y no sólo porque se lo merece, sino porque nos lo merecemos todos, recordarle será un compromiso que nos hará mejores y nos impulsará a entregarnos a nuestros quehaceres y responsabilidades con igual entrega que él lo hizo, porque como maestro de maestros nos ha dejado todo un legado de ética y buen trabajo. A su dedicación como Fiscal General del Estado se le une toda una carrera profesional ejemplar que nos determina a otros una senda por la que transitar. Ojalá podamos estar a su altura. Sus amigos, y especialmente su familia, siempre podrán sentir orgullo de la persona, del padre, de la pareja, del hermano, del amigo, y además de un hombre bueno, uno de los mejores. A pesar de su repentina e injusta ausencia, estará permanente presente en nuestro recuerdo y su obra, como adelanté, será concluida. Se nos ha ido uno de los mejores, pero su recuerdo nos ayudará a los demás a ser mejores. ¡Descansa en Paz querido amigo!