María José Navarro

Merkeleando

La Razón
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Nos hemos enterado de que en Alemania se ha acuñado el verbo «Merkeln» («merkelear» de la primera conjugación) en honor a la redondeada primera dama teutona. Para sorpresa de propios y extraños, «merkelear» no significa «mantener la coherencia a la hora de elegir americanas de colores», ni «llevar el pelo a tazón como Isabel Tenaille», ni siquiera «actuar de manera firme, desoyendo quejas de los vecinos del Sur». El significado que el siempre humorístico pueblo alemán le ha dado al hallazgo neologista es algo así como «no hacer nada». Y es que, según parece, la fama de la Merkel en Alemania es bien distinta a la que tiene fuera: mientras nosotros vemos a la oronda cancilleresa como una incansable mujer de Estado que pasa días y noches venga a tomar decisiones que afectan a todos los países del entorno y parte del resto del universo, en casa los alemanes consideran que su lideresa no gusta de remangarse por los problemas de los suyos y se limita a dejar que las cosas fluyan y se resuelvan solas con el tiempo. A más de uno esta actitud le suena, y no faltan voces autorizadas de lingüistas, analistas y dentistas que claman porque en España se acuñe el término «Rajoyar» para designar lo mismo. Yo rajoyo, tú rajoyas, él rajoya suena feo pero no descarten, señores lectores, que en breve se empiece a conjugar con frecuencia este vocablo burlón. En el caso español, bien es cierto, los defensores de la propuesta mantienen que es un término más amplio que «merkeln», dado que implica inacción dentro y fuera de nuestras fronteras. Juzguen ustedes, amigos; yo mientras voy a rajoyarme un rato a la bartola.