José María Aznar Botella

Misión cumplida

La llegada al Trono de Don Juan Carlos, en 1975, abrió un proceso de cambio muy profundo en la sociedad española. Desde entonces, nuestro país ha avanzado en todos los sentidos, y siempre a mejor. España es una sociedad incomparablemente más próspera de lo que era entonces. Hemos alcanzado cotas de estabilidad política y de libertad inimaginables en aquellos años. Nos hemos convertido en una sociedad moderna, pluralista, abierta a formas de convivencia inéditas hasta hace poco tiempo. En buena medida, todo eso lo hemos conseguido gracias a la estabilidad de las instituciones. Y de esa estabilidad es responsable, antes que nadie, el rey Don Juan Carlos.

Por eso, uno de los puntos más significativos de la obra de Don Juan Carlos hace referencia a la propia Monarquía, como el mismo Don Juan Carlos sugirió ayer en su mensaje a la opinión pública. Don Juan Carlos será para siempre, como se ha dicho una y otra vez, el impulsor de la difícil transición de una dictadura a una democracia. Hay que ir más allá de ese logro histórico, porque la obra del Rey no se detuvo ahí. A Don Juan Carlos se debe, efectivamente, la normalización de la institución. Normalización histórica, porque en nuestro país la Corona ha estado siempre unida, desde principios del siglo XIX, al respeto a las libertades: a Don Juan Carlos le correspondió reanudar esa antigua tradición al contribuir a instaurar la democracia en nuestro país. Y sobre todo, normalización hacia el futuro, porque a partir de Don Juan Carlos, de su ingente esfuerzo de estos años, la Corona está consolidada como institución que nos representa a todos y es la base del consenso nacional sobre el que se funda el régimen de libertad y de participación en el que vivimos. En otras palabras, la Monarquía ha pasado a simbolizar la realidad española en toda su diversidad, en su modernidad y en su pluralismo.

Gracias a Don Juan Carlos, los españoles podemos ser lo que queremos ser sin tener que poner en cuestión una y otra vez el fundamento de esa realidad. No tenemos por qué volver a discutir la naturaleza de nuestro país, ni la forma de nuestra convivencia, ni nuestro régimen político. Y aunque haya españoles que no dejan de mirar hacia el pasado y sigan empeñados en arrastrarnos en un perpetuo tirón hacia atrás, la consolidación de la Corona conseguida por Don Juan Carlos nos permite encarar el presente sin complejos y mirar hacia el futuro con libertad.