Cástor Díaz Barrado

Movilización rifeña

La Razón
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Lo que viene sucediendo en el Rif, situado al norte de Marruecos, no es un tema menor. Las autoridades de Rabat deben tomarse muy en serio las protestas que se suceden desde hace tiempo y que la dejación y el abandono no han podido poner fin. La zona del Rif refleja una buena parte de los problemas que aquejan al país magrebí y está claro que la solución que finalmente se adopte en relación con las reivindicaciones de los rifeños marcará el futuro de Marruecos. Todos los componentes de la complejidad política marroquí están presentes en el Rif que, en el fondo, expresan la profunda desigualdad que habita en el país. La crisis cada vez se hace más profunda e insoportable y se mezclan cuestiones de tipo religioso con asuntos de carácter nacionalista. Pero no cabe olvidar que la falta de inversiones y la pobreza es lo que determinan, en último término, las revueltas en el Rif. La política marroquí no debe desconocer esta realidad ni tampoco realizar promesas que no se cumplan. La desazón de la población rifeña es cada vez más amplia y debe encontrarse una solución dialogada a un conflicto que podría solucionarse en un marco de estabilidad pero que exige que se adopten medidas de desarrollo económico y social. La marginación no es la solución sino todo lo contrario. Todavía hay tiempo de resolver algunos de los problemas que aquejan al Rif y que se plasman día a día en las protestas que tienen lugar, primordialmente, en la ciudad de Alhucemas. El desarrollo económico de Marruecos es un imperativo y una condición necesaria para que se mantenga la estabilidad en esa zona del planeta y que debe plasmarse, especialmente, en el Rif que tradicionalmente ha sufrido la marginación. El futuro de las relaciones internacionales se decide en muchos espacios y en relación con muchos asuntos de la realidad internacional. No es posible desconocer lo que sucede en el Rif.