Historia

Alfonso Ussía

Multas

La Razón
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Mi difunto padre, y ruego ser perdonado por los antifranquistas de pega, visitó en más de cincuenta ocasiones el célebre Tribunal de Orden Público. Fueron comparecencias correctas. Si las autoridades del Régimen sabían de una reunión en Estoril convocada por Don Juan con sus más allegados –y lo sabían siempre por vía de los traidorzuelos que jugaban a las dos bandas–, los asistentes eran citados por el TOP. –¿Han conspirado contra el Régimen?–; –Esa pregunta es ridícula. No–. Finalizada la extravagante citación, pagaban la correspondiente multa, que no era moco de pavo. En los últimos años, 50.000 pesetas por reunirse con Don Juan. Fernando Álvarez de Miranda, Cáceres, Salvatierra, Motrico, Anson... y otros muchos pagaron en algunas ocasiones la sanción económica.

El Jefe de la Casa de Don Juan, el inolvidable Duque de Alburquerque, jinete admirado y reconocido en todo el mundo, harto de pagar multas encontró en su fama la excusa para librarse de ellas. En los últimos años de franquismo, cuando acudía a una convocatoria de Don Juan, lo hacía llevando de equipaje de mano un estuche de cuero con sus botas de montar. –¿Cuál ha sido su motivo para viajar a Lisboa?–; –una exhibición de equitación–. Pero también pagó, como todos, y numerosas veces las multas correspondientes a su peligrosa militancia. Visitar al Rey en el exilio. Ser consejero o cercano a Don Juan De Borbón no salía gratis, aún sabiendo que la Causa –como así era llamada por los leales–, era una causa perdida.

Harían bien en tomar ejemplo de aquellos señores de la lealtad los actuales dirigentes del separatismo catalán. Ninguno se ha atrevido a firmar papel alguno para no ser sancionados económicamente. La independencia de Cataluña no resulta tan interesante si existe el riesgo de una mengua patrimonial. La anterior cantinela, «la pela es la pela», ha cambiado por «el euro es el euro», y con eso no se juega en Cataluña. Nadie quiere hacerse responsable de la adquisición de las urnas y la responsabilidad del refrendo ilegal. Puigdemont ha intentado engañar a Junqueras, y Junqueras, que es mucho más inteligente que Puigdemont, le ha respondido que tararí que te vi. Esta gentecilla pretende financiar la ilegalidad con el dinero de los españoles, y cuando han sabido que las sanciones van a morder sus patrimonios personales, el entusiasmo independentista duda y se debilita. Se cuenta de un comandante de Infantería de origen gerundense al que le tocó el Gordo de la Lotería de Navidad, allá por los años sesenta. Envió un telegrama al coronel jefe de su Regimiento con la petición de que fuera trasladado su ruego al ministro del Ejército: «Como consecuencia de la fortuna que este comandante ha ganado en un juego de azar, ha sentido mengua en sus sentimientos patrióticos, por lo cual solicita la baja en el Ejército». Consiguió la baja, pero después de pasar tres años arrestado en un castillo militar. Ante el riesgo de perder parte del patrimonio, el catalán –y lo entiendo a la perfección–, se intranquiliza del mismo modo que el comandante afortunado cuando le llegó el dineral imprevisto. En Cataluña, como en el resto de España, se vive aceptablemente bien. Mucho mejor que en Inglaterra, Dinamarca o Suecia. España es una gran nación con impulsos diferentes. El castellano es austero, místico y poco influido por el patrimonio personal. Lo tiene ahora, pero ha sobrevivido en la humildad durante siglos. El vasco no es ostentoso. El catalán cuida de sus dineros como de sus hijos, e incluso, para aumentarlos usa de sus hijos y éstos terminan en la cárcel. Con el patrimonio no se juega. Entre independencia y patrimonio, la elección no admite la duda. Siempre el patrimonio. Alguno de la CUP se va a desengañar, pero la vida no es otra cosa que el continuo desengaño. En fin que...