Alfonso Ussía

Navidad roja

Uno de los grandes defectos de los comunistas españoles no es otro que la cantidad de tiempo que pierden enfadándose por tonterías. Se ponen muy serios, airados, y se reúnen para aumentar la tontería previa. Los protagonistas de la última bobada han sido los parlamentarios de Izquierda Unida, que se han sentido profundamente heridos al recibir una felicitación navideña del presidente del Congreso de los Diputados. El contenido de la felicitación es indignante. Un Portal de Belén. El camarada de Argamasilla de Alba, que presenta aspecto de 1918, nos ha recordado que España es un Estado aconfesional, y que la felicitación navideña de Jesús Posada es un atentado contra quienes no creen en esas cosas. Pierden demasiada energía con sus melonadas.

La Navidad, lógicamente, se felicita con un símbolo o un mensaje navideño. La Navidad es una fiesta cristiana que conmemora el nacimiento –la Natividad– del Niño Jesús, el hijo de Dios. Cristo nació en Belén, y su madre, la Virgen María, y su padre, San José, se refugiaron en un cobertizo, un portal, para resguardarse del frío. En la simbología tradicional cristiana, el Niño aterido fue calentado por una mula y un buey. Y trece días después del nacimiento recibieron el homenaje de tres Reyes orientales, los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, que ofrecieron al Niño en señal de reconocimiento, oro, incienso y mirra. Ese ofrecimiento en España se ha convertido en la fiesta de los niños, en el día mágico de los regalos. Nada puede haber menos molesto y agresivo que un Portal de Belén en los días previos a la Navidad.

Los comunistas celebran también la Navidad porque no trabajan ese día. Y el 6 de enero, tampoco lo hacen. Nadie pretende que acudan a la Misa del Gallo, canten con sus hijos y nietos villancicos al Recién Nacido, y cumplan los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia. Pero si se enfadan por recibir en Navidad el mensaje fundamental de la Navidad, por lógica habrían de trabajar ese día porque la fiesta no va con ellos. No hay Navidad verde, azul, morada, amarilla o roja. Es la Navidad, y punto. Se cree o no se cree. Pero las tradiciones de la inmensa mayoría de los españoles son merecedoras del mayor respeto. En Andalucía, un botarate intentó suprimir la Navidad y denominarla «Período Vacacional de Invierno». Lo menos importante de la Navidad es que sea un período de vacaciones escolares. A la Semana Santa, el mismo lerdo la pretendió establecer como «Período Vacacional de Primavera». Le cayó encima toda la indignación de Andalucía, donde los comunistas también siguen las procesiones, y cuando el calvario de Cristo supera el calendario, cumplen con su fe en la romería al Rocío. Que vaya Cayo Lara a Almonte a decirle a uno de su partido algo malo de la Blanca Paloma. A ver si se atreve.

Pero insisto en la pérdida de tiempo y energía. La Navidad siempre se va a celebrar por lo que significa. De ello se han convencido hasta en Cuba. Y en los últimos estertores de la Unión Soviética, las autoridades de la tiranía roja tuvieron que aceptar que una considerable parte del pueblo celebraba la Navidad. Ignoro qué símbolo de la Navidad quieren recibir Cayo Lara y compañía para no enfadarse tanto. El desmesurado, obsesivo y enfermizo odio que esa Izquierda de violencias contenidas siente por la religión cristiana y católica nos convence a los que hemos sentido dudas de que esa religión representa la paz,el amor, la tolerancia, la convivencia, la igualdad y el abrazo de la humanidad. Con el odio se pierde el mismo tiempo que con la estupidez. Y así les va.