Alfonso Ussía

Ni sí, ni no, ni quizá sí ni quizá no

La Razón
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He perdido más de treinta minutos soportando anuncios publicitarios para seguir la histórica respuesta del Gobierno de España al pitorreo de Puigdemont. La señora vicepresidenta se ha retrasado en sesenta minutos. Y ha afeado a Puigdemont su falta de respuesta al requerimiento de Rajoy. ¿Ha declarado la independencia, sí o no? Doña Soraya le ha afeado a Puigdemont la incertidumbre que ha creado entre los catalanes y el resto de los ciudadanos españoles. Pero analizada la reacción del Gobierno, bueno sería recordar a doña Soraya que de esa incertidumbre también es responsable el Gobierno de España. Se ha abierto un nuevo plazo, hasta el viernes. Me figuro a Puigdemont y los suyos compartiendo las carcajadas y preparando su respuesta definitiva. «Señor Presidente del Gobierno de España. Después de pensarlo mucho y haberlo consultado con mis asesores he llegado a una conclusión. La imposibilidad de responderle con la concisión que usted me exige. A estas alturas, a su pregunta, muy curiosa por cierto, de si he declarado la independencia unilateral de Cataluña mi respuesta es que podría ser que sí, también que no, probablemente que quizá y asimismo que quizá no. Por ello, le invito al diálogo con una advertencia. Si el viernes adopta una decisión drástica, Cataluña podrá irse de España, aunque también es posible que no lo haga, o quizá sí, pero es muy probable que quizá también no, por cuanto le ruego que establezca la ampliación del plazo para la respuesta definitiva en otros quince días. Suyo afectísimo. Carles Puigdemont».

El problema no es que un tipo con pelo de asistenta de los años setenta se ría del Gobierno. El problema es que está riéndose de España y de los españoles, entre ellos los millones de catalanes que no son nacionalistas ni independentistas. Y la trampa. Si responde Puigdemont que no, volveremos a la legalidad. ¿Qué legalidad? ¿La de no acatar las sentencias de los tribunales? ¿La legalidad de perseguir a los castellanohablantes hasta la crueldad nazi? ¿La legalidad de boicotear vilmente a las Fuerzas de Seguridad del Estado? ¿La legalidad de robar a España y Cataluña a cambio de la inmunidad absoluta? ¿La legalidad de desobedecer las leyes? ¿De qué legalidad habla el Gobierno? Hace años que la reiteración en el delito es norma de la Generalidad de Cataluña y su Parlamento autonómico. ¿Qué necesita el Gobierno de Mariano Rajoy para dejarse de pamplinas y aplicar el ya superado artículo 155 de la Constitución? ¿ A qué espera? ¿Qué espera? ¿Por qué espera y a quién espera? Ahí tenemos, en nuestra Ley de Leyes, el Artículo 8. Ahí tenemos, en nuestra Ley de Leyes, el Artículo 116. Ahí tenemos, en nuestra Ley de Leyes, el tan mencionado y manoseado –pero no utilizado– 155. No se puede gobernar con miedo, teniendo el apoyo de las instituciones europeas y de los Estados del mundo libre. No soy nadie para decidir que Puigdemont, Forcadell, Trapero, Los «Jordis», y los firmantes de la declaración de Independencia vayan a la cárcel. Creo en la Justicia y esa privación de libertad está en manos de los fiscales y los jueces. Pero esta mañana, por respeto a las leyes, he ingresado 400 euros de multa por aparcar, durante dos minutos en doble fila. Una falta que he pagado con creces. Y con independencia de la gravedad de las faltas y los delitos, exijo como ciudadano que la las leyes se hagan cumplir por todos y para todos.

He asistido con estupor a la respuesta de la respuesta. Ahora, hasta el viernes. El viernes se alargará una semana más, y así hasta que España se harte de tanta incertidumbre. Eso que entre unos y entre otros, hoy nos trae por la calle de la amargura. Puigdemont no es nada. ¿Por qué es temido?