María José Navarro

Niños malos

La Razón
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El otro día aprendí que existe un Síndrome muy curioso y que explica muchas cosas de mucha gente. O mejor dicho: las puede explicar. Se llama Trastorno Reactivo del Apego, conocido por sus siglas en inglés «RAD». Hay una asociación de ayuda entre padres y familiares de afectados por si les interesa: «Petales España». No es una enfermedad, es un trastorno severo que se manifiesta especialmente en los niños, y en la mayoría de los casos surge de la dificultad o el fracaso para formar un apego normal con los cuidadores primarios que tuvieron en su infancia, concretamente entre los primeros momentos de la vida, seis meses, hasta los tres años. Se trata de la consecuencia de experiencias malas de negligencia, abuso o separación difícil entre los adultos que les rodeaban. O quizá porque el adulto en cuestión no respondió jamás a los esfuerzos comunicativos del niño. Los menores no tienen ninguna dificultad intelectual, todo lo contrario, pero sus problemas radican en los campos emocionales y sentimentales. La necesidad patológica de sentirse seguros los lleva a la inquietud, a ser impulsivos en exceso. Están siempre pendientes de todo y de todos y albergan un pésimo concepto de sí mismos. De pronto se desinhiben con desconocidos y muestran una confianza extrema o se cierran con los cercanos. Les encanta conocer gente, pero no saben hacerlo de la manera conveniente, así que su sentido del humor es provocativo y agobiante. No ven a los otros críos como una amenaza, y sin embargo se miden todo el tiempo con los mayores, es un reto para ellos. Se convierten en «niños malos» sin querer serlo. Hay dos reflexiones claras que hacerse en este punto. La primera de ellas tiene que ver con la errónea sensación que poseemos los seres humanos de que nuestra mente no recuerda cuando somos apenas bebés. Quizá no mantenga viva la memoria sobre escenas concretas pero la conserva vívida sobre el amor recibido. Y la otra. Cuántos hombres o mujeres habrán pasado un calvario sin entender el porqué.