Restringido

No us tinc por

La Razón
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Se trataba de levantar la voz contra el terror que intenta imponer Daesh en Europa. Se trataba de homenajear desde el corazón a las víctimas de Barcelona y Cambrils. Se trataba, sobre todo, de llorar juntos la pena, a izquierda y derecha, junto a las familias huérfanas. Muchísimos españoles estuvimos pendientes de la marcha de Barcelona contra el terrorismo y en homenaje a las víctimas del 17A. Cierto que se palparon la fraternidad y el dolor colectivo, pero, inevitablemente, los de siempre tuvieron que montar su particular circo político. No respetaron siquiera esas pocas horas concebidas para la concordia. Junto a la buena fe de la mayoría que salió a la calle, ellos alzaron sus banderas y, sin más, impusieron la intolerancia y el abucheo estelado. A nadie beneficia semejante exhibición, y menos a sus protagonistas, que, desde hace años, hacen caja e incluso viven del «procés». Señores, puestos a sacar banderas, haber paseado por una vez la de la paz en nuestra hermosa Barcelona. Sí, me pareció correcta y procedente la asistencia de Felipe VI, como la del resto de las autoridades y políticos que quisieron estar presentes. Vi a un monarca digno en su papel. Completamente fuera de lugar, en cambio, esos panfletos manipuladores que repartieron las plataformas civiles ANC y Òmnium Cultural. Muy llamativa la puesta en escena tras el monarca, las cientos de esteladas tras Felipe VI, estratégicamente colocadas, para que brillaran en el plano medio y general televisivo. Parecía que nos gritaban que, más allá del terrorismo, su clamor era de naturaleza independentista. Horas después, reposado lo ocurrido, nacen tus legitimas preguntas, ésas que tanto disgustan a algunos, y don Dinero responde al 99% de ellas. ¿Cómo consiguen posicionarse detrás del monarca estos señores del «procés», y a tiro de cámara de la tele pública catalana? ¿Por qué tanta facilidad para alentar esta propaganda? ¿Por qué ciertas autoridades competentes se ponen de perfil y son, por tanto, cómplices? Aunque a algunos les escueza la libertad de expresión y nos lancen de vez en cuando llamaradas de odio por las redes o zanjen ciertas ruedas de prensa con el clásico «no se admiten preguntas», los periodistas seguimos aquí, justamente, para hacerlas, conocer las verdades y contarlas. No us tinc por, aunque insultes y amenaces. Al revés, me fortaleces para seguir preguntando y conociendo. ¡Resulta que ladras porque cabalgo! No sabes cuánto reconforta.