Presidencia del Gobierno

Paisaje post presupuestos

La Razón
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¿Y después de los presupuestos qué? La pregunta tiene mucho que ver con un panorama político que, además de perfilarse endiablado, va a estar marcado por tres grandes elementos, ninguno de los cuales garantiza que no sea necesario lo de volver a bajar la persiana de la actual legislatura por cierre de negocio y hasta próxima apertura. Dando por casi sentado que el Gobierno de Rajoy podrá sacar adelante los grandes números del país en el último minuto y de penalti, el primero de esos elementos apunta a la encrucijada inmediata en el PSOE y aquí, frente a quienes puedan contemplar que es únicamente el triunfo de Sánchez en las primarias el que aceleraría una eventual disolución de las cortes cabe matizar que tampoco ese escenario sería descartable con la victoria de la lideresa andaluza Susana Díaz. Ser alternativa a La Moncloa sin acta de diputado conlleva la tentación de una estrategia de confrontación abierta con el gobierno castigándole con golpes ininterrumpidos sobre el flanco de la corrupción, el único por donde al PP supuestamente se le podría cortar el aire.

El segundo inquietante factor post presupuestos pasa inevitablemente por el socio preferente de la legislatura. Ciudadanos, tras el a priori satisfactorio experimento murciano y la permanente angustia de verse disueltos entre las dos grandes opciones que mantienen vivo el bipartidismo, difícilmente podría mantener un apoyo global al ejecutivo de Rajoy si desde el PSOE se desatan definitivamente las hostilidades. Albert Rivera no solo planteará condiciones leoninas en los apartados de aforamientos, momento del abandono de cargos por imputación o limitación de mandatos, sino que volvería a recuperar –ya se está haciendo desde algunos ámbitos mediáticos– el discurso personal contra Mariano Rajoy como problema mientras continúe al frente del gobierno y posible solución si acaba acelerando el relevo y es que nadie duda entre los adversarios políticos del PP, que los escándalos de corrupción que vuelven ahora a experimentar uno de los más altos picos de sierra piden a gritos reintentar la caza y captura de la pieza mayor como plusvalía política más rentable. Difícil empresa para quienes ya se han visto en más de una ocasión como frustrado coyote persiguiendo al correcaminos. El tercer elemento mira inevitablemente al propio gobierno, muy pendiente de la resolución del nuevo órdago independentista en Cataluña, sabedor de que el referéndum ilegal es tan poco defendible por sus impulsores como de la creciente brecha abierta entre estos. Todos saben de la ausencia de recorrido del «procés» pero nadie se atreve a dar el primer paso de reconocerlo, sencillamente porque sería una traición difícilmente perdonable en las urnas. Rajoy siempre tendrá la última palabra a la hora de ponderar el nivel de insostenibilidad del otoño abrasador que políticamente se avecina, siempre animado por los fogoneros de Podemos y con lo mejor de su hoja de servicios en la mano como es una marcha de la economía en línea con las más optimistas previsiones. Algunos decían aquello de «o presupuestos, o urnas», mira que si al final son las dos cosas...