PSOE

Palmeros y desleales

La Razón
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En numerosas ocasiones he escuchado en círculos políticos polemizar sobre si la lealtad debe mantenerse hacia las ideas o hacia las personas. Los argumentos dados, desde una y otra posición, son eficaces.

En primer lugar, convendría aclarar el significado de lealtad. No es sinónimo de fidelidad absoluta, ni tampoco se manifiesta con la anulación de las ideas propias por sometimiento a otra persona o a un conjunto de ellas. Identificarse con un cuerpo ideológico y ser leal a él, tampoco es sinónimo de coincidencia plena y sin matices de todos los postulados que configuran la idea, es discrepar desde la buena fe y defender el corolario con convicción.

Hay quien llama leales a los palmeros que le vitorean aunque se equivoque, sin darse cuenta de que las consecuencias de rodearse de halagadores es la que decía Shakespeare: terminarán siendo engañados por el adulador.

También están los eclécticos, que no conciben la dicotomía: si eres leal a unas ideas, lo eres con quien compartes valores y principios y además esa lealtad o es mutua, o es sometimiento. En definitiva, opinan que una idea es más importante que un hombre, pero a su vez, es el hombre mismo.

La discusión merece una tesis doctoral, sin embargo es mucho más evidente el concepto de deslealtad. No me refiero exactamente a la ausencia de lealtad, sino a una actitud propensa y compulsiva a transgredirla.

Quién le iba a decir al Sr. Pedro Sánchez hace dos años que sus más fervientes y cercanos defensores le iban a traicionar hasta intentar liquidarlo. No hace falta remontarse tan lejos, el pasado 1 de octubre, cuando dimitió el Sr. Sánchez, su «núcleo duro» hizo lo imposible para que no se manifestase la mayoría del Partido Socialista, hasta trataron de imponer una urna clandestina. La crispación que generaron fue tan terrible que el daño a la imagen del PSOE tardará en restañarse.

Para consuelo del Sr. Sánchez, no es al único al que han abandonado los mismos protagonistas. Cuando el Sr. Rubalcaba ganó su Congreso Federal, las portadas de los periódicos reflejaban sin tapujos que tenía un número dos con vocación de uno, pero que en ese momento le tocaba liderar el Gobierno vasco.

Algún otro del equipo del Sr. Rubalcaba rápidamente se hizo adepto del Sr. Sánchez, aunque en teoría combatieron en trincheras contrarias. Supongo que al Sr. Sánchez le ha debido escocer que quien ha sido su mano derecha se convierta en la persona de confianza de su nuevo rival, aunque éste ya había experimentado virajes similares con anterioridad.

Tampoco le hará gracia ver cómo a quien dio las llaves de Callao, además del kit completo, con alicate, destornillador, ganzúas y juego de llaves allen, haga lo propio. Sin embargo, el estudio biográfico hace que sus conductas sean más que previsibles. Y haciendo predicciones, una simple extrapolación de los hechos del pasado al futuro, que es un método habitual de uso estadístico, me hace suponer que si el Sr. Sánchez hubiera sido del núcleo de confianza del anterior líder hoy estaría escribiendo papeles sobre la situación económica de España para el nuevo candidato.

Los militantes socialistas asisten incrédulos al sainete. Son de una solidez moral extrema y lo han sido durante más de 100 años, solo les falta una dirección que esté a la altura de los principios y valores que fundaron y han mantenido en pie a este gran partido. La lealtad es uno de ellos, pero no se gana en un día, sino día a día.