Música

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Peor imposible

La Razón
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Solo sería peor si el año que viene enviamos a Eurovisión al omnipresente Mario Vaquerizo, naturalmente acompañándose de las Nancys Rubias. De esta forma, se cambiaba el rumbo o se daba definitivo carpetazo a nuestra participación en este festival musical. España: que es el país de la Unión Europea que más crece económicamente, el que más trabajo crea, que en fútbol arrasa en la Unión, lo mismo en moto y, nuevamente, en tenis, gracias a la prodigiosa resurrección de Nadal; y ya en turismo somos lo más. Con estos datos, que podrían acompañarse de otros muchos, el ridículo en Eurovisión ha sido bochornoso. Se puede quedar el último, pero con una cierta dignidad; no mandando un intérprete y una canción que son más propios de un una función de fin de curso de un instituto de pueblo. Resulta todavía más chocante que esto se produzca cuando España, y Andalucía en particular, lleva años con un altísimo nivel musical. Baste recordar nombres como Manuel Carrasco, Malú, Vanesa Martín, India Martínez, Pablo Orozco, Pablo López, Bisbal, Pablo Alborán... que, además de estupendos intérpretes, son compositores capaces de llenar de emociones sus canciones. Esto solo en los últimos años, si seguimos hacia adelante en el tiempo, el número de grandes con más de 70 años que siguen en activo y en pleno éxito es enorme. Tantos buenos artistas no se merecen que desde la televisión que pagamos todos los españoles se gestione tan desastrosamente la representación de la actual canción española. Se dice que ninguna gran figura aceptaría el encargo. Es muy posible, dado el descrédito que ha acumulado en los últimos años el festival, pero dudo mucho de que con un intérprete adecuado, por ejemplo, Blas Cantó, que ha demostrado recientemente en el programa de A3 «Tu cara me suena» su gran categoría de artista total, que alguno de los nombrados, incluso el mismísimo Alejandro Sanz, no compusiera un tema magnífico para Eurovisión. Sería conveniente que lo intentaran. Ahí esta el ejemplo de Portugal, que ha ganado sin grandes alardes escénicos, cantando en portugués un joven con voz llena de emociones y con un sencillo y bello tema.