Política

Francisco Marhuenda

Personajes estrafalarios

La Razón
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Las elecciones municipales y autonómicas son muy importantes. Es bueno recordarlo porque olvidamos que son las administraciones que inciden más directamente sobre el territorio. Un escenario de ingobernabilidad con los partidos minoritarios imponiendo condiciones exageradas pensando en las elecciones generales de noviembre sería muy inquietante y un claro riesgo para la recuperación económica. Lo que está sucediendo en Andalucía es un preámbulo de lo que se puede repetir en otras autonomías y en municipios importantes. La recuperación ha llegado con voluntad de quedarse, pero un voto irresponsable y errático puede revertir esta situación. La inestabilidad es un escenario que es disuasorio para los inversores y las empresas, no sólo multinacionales sino también españolas. Otro es la irrupción de formaciones con planteamientos excéntricos y radicales que pueden resultar desastrosos. Un ejemplo de ello es la candidatura de Ada Colau, una activista con escasa formación y sin experiencia profesional que pretende ser la próxima alcaldesa de Barcelona. Es la ciudad donde nací y he pasado una buena parte de mi vida. Me siento muy orgulloso de ser catalán, que es mi forma de ser español, y me pregunto si mis paisanos votarán a una candidata sin experiencia para gestionar una de las capitales más importantes del mundo. He podido comprobar muchas veces su inconsistencia y fragilidad argumental, pero se maneja bien con un discurso lleno de tópicos y soflamas populistas propias de países subdesarrollados. Colau es un síntoma de la enfermedad infantil de la izquierda, como escribió Lenin, porque refleja la incapacidad de ofrecer una alternativa sólida, articulada y coherente. Tras la rendición de ICV y la irrupción de algunos oportunistas, todo parece indicar que tendrá un buen resultado, aunque espero que quede por detrás de los partidos serios porque Barcelona necesita un alcalde en condiciones y con la preparación suficiente. Entre los aspectos folclóricos de la campaña está esa monja argentina estrafalaria que se dedica a promover la independencia de Cataluña en lugar de ocuparse de sus tareas religiosas. Sor Lucía Caram ha declarado que está «enamorada» de Artur Mas y ha pedido que le voten. No es nada bueno mezclar religión y política. Cabe preguntarse qué pinta esta monja contemplativa paseándose por los platós de televisión y las emisoras de radio. Me pregunto qué dirían los progres y los independentistas si apoyara al PP.