Fútbol

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Pío, pío

La Razón
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Después de nueve devaneos con Monica Lewinsky, Bill Clinton consiguió ser reelegido presidente de Estados Unidos. Contra todo pronóstico, cuatro años antes ahuecó a George Bush del Despacho Oval. Su responsable de campaña, James Carville, eligió tres lemas para afrontar el reto: «cambio contra más de lo mismo», «no te olvides de la salud» y el que inclinó la balanza a favor del político, el de la posteridad: «(Es) La economía, estúpido». Todavía no ha quedado claro si se lo echaba en cara a Bush padre, pero le venció. Es el hecho. Y el eslogan, un multiusos aplicable a cualquier faceta de la vida y a cualquier campo. En referencia a la desahogada travesía del Barça por la Liga, sería: «Es Messi, estúpido». Si la alusión es al crecimiento del Atlético en los últimos siete años, cambiar Simeone por Messi; pero si es por los últimos resultados, la cuestión es más profunda, prosaica y existencial: la edad, las lesiones, los refuerzos que han salido rana, el castigo de la FIFA, el fútbol anodino... Demasiadas variantes para descifrar el arcano rojiblanco. En el caso del Madrid no hay más misterio que el declive temporal de piezas exclusivas. Huelga pues la consigna que lanzó al estrellato al jefe de Lewinsky, aunque podría servir ésta: «Es la condición física, estúpido».

Si el oxígeno no llega a los músculos y al cerebro en la medida justa y necesaria, la velocidad disminuye. No obstante, hay nombres propios para repartir responsabilidades de las que están exentos los jóvenes recién incorporados, a quienes señala sin maldad Cristiano Ronaldo mientras entona el pío, pío.

El goleador ve más fantasmas que porterías; Modric, Kroos, Casemiro y Marcelo pierden más balones que aliados Puigdemont y el sistema defensivo se tambalea. Corresponde pues a Zidane jugársela con Ceballos y Marcos Llorente, como ha hecho con Achraf obligado por las circunstancias. Merecen una oportunidad, no un pellizco.