Caso Nóos

¿Por qué no la guillotina?

La Razón
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Es lo único que hubiese dejado satisfechos a muchos que llevan 11 años esperando ver entrar en un penal a una Borbón. Hasta la semana pasada, las tres juezas que han juzgado el «caso Noos», eran tres magistradas magníficas: minuciosas hasta la extenuación a la ahora de dictar sentencias, ajustadas siempre a la ley de manera excrupulosa, y sin dejar que las contaminen juicios paralelos, presiones mediáticas, ni políticas. Para colmo, después de 800 folios que recogen, punto por punto, todos los cargos que pesaban sobre todos los imputados, las tres señorías han conseguido la unanimidad a la hora de emitir el veredicto. Todo esto voló por los aires el día que se supo que la Infanta quedaba libre. Pasado un tiempo, cuando se haya rentabilizado todo el tema, cuando todos bajemos a notas más graves, menos agudas –los defensores de la sentencia, entre los que me encuentro, también– nos sonrojaremos antes las cosas que se han escuchado. En primer lugar, no hay que mezclar el Código Penal con temas políticos, simpatías y otros condicionantes. Los jueces no juzgan las conductas morales o éticas de los imputados, juzgan los delitos que hubiesen podido cometer. He oído que se ha consagrado en sede judicial dictaminar que las mujeres son tontas, que no se enteran de nada. Por esa apreciación tendríamos que creer algo tan tremendo como que las tres magistradas son tontas, o según otros escritos, prevaricadoras, ya que han exculpado a la Infanta a sabiendas de que es culpable. Incluso hay aquellos que se solidarizan con los condenados Correa, Bigotes y Crespo. Lo razonable no es cargar las penas de estos reos a Urdangarín. Lo que tienen que poner es en la picota al juez que instruyó ese caso. Por tanto, los que tienen la seguridad, como afirman que la sentencia es un rico pastel para la Infanta, que lo demuestren con la ley en la mano, y que las hasta el jueves brillantes juezas sean juzgadas. De lo contrario conviene –como le piden algunos de estos mismos a los dirigentes catalanes– respetar los actos judiciales y sus consecuencias.