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La Razón
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Escuchar a los abogados de Cristiano Ronaldo es creer sin el menor género de dudas en la inocencia fiscal del defendido, que hasta dan ganas de organizar una colecta y pedirle perdón por los daños causados. Pero es la obligación de estos bufetes buenísimos y carísimos. Y deber de Hacienda perseguir al que no paga y trincar al evasor. Mandamientos ineludibles.

En la línea del Barcelona con Messi, el Real Madrid ha saltado por segunda vez al ruedo para ratificar su «plena confianza» en el jugador, que terminará «por demostrar su inocencia». Ya exigió el club «máximo respeto» a su máxima figura cuando se dijo que había desviado 150 millones de euros a paraísos fiscales.

Cuando el nombre de Marta Domínguez apareció en la «operación Galgo» y la UCI acusó a Alberto Contador de haberse dopado con el famoso clembuterol de la famosa vaca de Irún, Alejandro Blanco defendió como pocos la presunción de inocencia de ambos. El presidente del COE siempre ha estado al lado del deportista y enfrente de quienes utilizan atajos para ganar. También es partidario de sancionar al tramposo a perpetuidad, cuando se demuestre que es culpable.

El Madrid, como el Barcelona, da la cara por su jugador y Blanco se parte la suya por los deportistas. A fondo y sin grietas, aunque en ocasiones no estaría mal visto ponerse de refilón. Porque, a ver, si la Fiscalía denuncia a Cristiano por incumplimiento «voluntario» y «consciente» de sus obligaciones tributarias, es que tiene los pelos de la burra en la mano y sabrá si es parda. Mientras tanto, Ronaldo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.