Enrique Miguel Rodríguez

Protestas rellenas de agresividad

La Razón
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Hay colectivos que en el uso de la plena libertad que da vivir en un país donde la libertad es total –el único límite son las leyes, que son las que permiten la convivencia en una democracia plena– salpican sus protestas, pese a lo escrito, con agresividad y vandalismo. Con estas actuaciones se suele perder cualquier razón que se pudiese tener. Hace pocos días, el bello monumento dedicado a Curro Romero, justo en la esquina de la plaza de toros de La Maestranza –de la que fue rey absoluto en todas sus tardes, las malas y las buenísimas que su arte y pureza no daban para puntos medios, la gloria o el infierno– apareció lleno de pintura roja por unos antitaurinos, que mancharon la cara y las manos de la estatua y llenaron de insultos la base de la misma. Soy taurino, defiendo el espectáculo y su historia. A pesar de ello, me parece bien que a otras muchas personas, no solo no les guste la fiesta sino que hagan lo posible para su prohibición. Que hagan manifestaciones, conferencias, debates, que pidan firmas, que realicen ante los poderes públicos todos los alegatos que crean oportunos, pero como diría el presidente Rajoy, todo dentro de la ley. Por tanto, producir daños en un monumento público, insultar a millones de españoles y a la gran figura del toreo, llamándoles asesinos, es un acto agresivo de entrada y sobre todo ilegal. Me consta que todos los medios querían unas declaraciones de Curro, o de su esposa Carmen, pero el faraón no entra en estas batallas. Seguro que hubiese dicho que él no tiene ningún problema por haber sido tanto tiempo torero, y además por seguir contando con el respeto y el cariño de tantos españoles; que el problema lo tendrán los que cometen estos atropellos sin ser capaces de acatar el gusto de los demás; que encima, el espectáculo más español , las corridas de toros, están dentro de la legalidad. Recordar que una ciudad como Sevilla, que bate récords turísticos, tiene en la Real Maestranza uno de los lugares más visitados, incluida la foto con el gran Curro, aunque sea en bronce.