Salud

Psicópatas de laboratorio

La Razón
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«En el amor y en la guerra, todo vale». Eso, deben de haber pensado los presuntos descubridores de un remedio para curar el cáncer. Al estilo de los antiguos charlatanes que vendían «remedios curalotodo», estos nuevos «milagreros» han sacado partido de la desesperación de un enfermo. No sólo carecen de escrúpulos sino también de la más mínima caridad cristiana. ¿Cómo se sentirían si alguien hubiese jugado con su esperanza como ellos lo han hecho? ¿Qué les pasa a algunos seres humanos para que, la posibilidad de lograr dinero, gloria y fama, les nuble la conciencia y se lancen a estafar a todo aquel cuya angustia le aconseja creer en su supuesto salvador y en su cura milagrosa?

¿Acaso es el miedo? Me refiero a que alguien tema que pueda ser realmente efectivo, y estemos ante una contracampaña de difamación del producto y de sus creadores. ¿Sería posible algo así? En este mundo, cualquier cosa es posible. Dadas las películas de espías y contraespías que he visto, y el ligero conocimiento que de la naturaleza humana tengo, todo es susceptible de ser argumentado y contra argumentado. ¿Cómo refutar o validar una teoría? Pruebas empíricas. Aportar pruebas que muestren el antes y el después de enfermos de cáncer tratados con ese medicamento. Cierto es que caraduras, desvergonzados y malnacidos «haberlos haylos» en todas partes. Recordemos el caso de la colza. ¿Por qué dudar de dos catedráticos y de una universidad? Ellos han jugado con la ventaja que da el estar amparados por el «paraguas» de la imagen existente en el inconsciente colectivo de una institución y títulos prestigiosos y fuera de toda duda. Ya lo dijo Jesús en la cruz: «Padre perdónalos porque no saben lo que hacen». Que viene a ser algo así como: «con su karma se lo coman».