Marta Robles

Psicópatas de libro

La Razón
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Nada me aterroriza más que esa definición «psicópata de libro». Así describen a Patrick Gouveia, el presunto y confeso asesino de Pioz, que pudo haber matado a cuatro miembros de su familia. ¿Los motivos? Quién sabe. Tal vez intentó algo con su tía y su tío se enfadó. O quizá, simplemente, como él dice: «Sentí un odio irrefrenable: algo me decía que tenía que matarlos». Nunca sabremos del todo si, como se cuenta, el presunto asesino es «un psicópata de libro». El mismo que, como único antecedente de su psicopatía –no baladí por otra parte–, contaba con la brutal agresión a un profesor.

Lo que me preocupa, más allá de lo terrible de este caso, del corte seco con cuchillo de carnicero brasileño a todos los cuerpos, de la crueldad... es esa consideración: «Psicópata de libro». ¿Saben ustedes lo que es una psicopatía? Pues un trastorno antisocial de la personalidad. Va en grados, claro, pero... ¿quién no lo ha pasado? ¿Quién no se ha sentido fuera o al margen de la sociedad? ¿quién no la ha odiado un poco al sentirse rechazado? No hay evidencia científica para definir al psicópata, por mucho que nos parezca «muy malo» y por mucho, también, que a veces, incluso se pueda parecer a nosotros. Es verdad que los psicópatas tienden a crear sus propios códigos de comportamiento, pero ¿quién no lo hace? ¿Quién no trata de justificar esto o aquello para comportarse de una u otra manera? No digo con esto que todos llevemos un psicópata dentro, pero ¿y si hay circunstancias que pueden hacerlo emerger de casi todos? ¿Y si, al límite, todos nos volvemos peligrosos?