Historia

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Radio de piedra

La Razón
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La radio incendiaria, vengativa, perversamente eficaz... Ya en las primeras noches de la Guerra Civil, el general Queipo de Llano amenazaba desde Unión Radio ante el pasmo del técnico Manuel Tierno. Urgió entonces Rafael Alberti una pieza teatral, «Radio Sevilla: Cuadro Flamenco». El militar era el protagonista, quien llegaba al micrófono sorteando subalternos y cocotas, todos genuflexos ante su trino («¡Qué timbre, qué timbre!, ¡Qué bella transparencia de arroyuelo!, ¡una calandria amaneciendo!, ¡un pavo real amando!»). El poeta portuense utilizaba las denominaciones de origen y las unía a las presuntas victorias de Queipo. La realidad o era un victoria o era una melopea. «Ayer tomé Jerez, hoy Montilla, mañana tomaré Málaga...». En las ondas, Queipo inventaba insultos, fabricaba amenazas («Hijos de...P...asionaria», «Utrera, Estepa, Castro del Río, id preparando sepulturas», «A los que estén muertos, los volveré a matar»). El opuesto esencial a esta radio de rencor cicatrizado es la fabulosa novela «La Radio de Piedra», que Juan Herrera acaba de publicar en Alianza. Juan cree en la bondad, desdeña el arribismo y sabe de la pequeñez de lo humano. Narra cómo el buen uso, el uso social y poético, de una primitiva radio de piedra vacunará a todo un pueblo castellano de sufrir una epidemia de cainismo durante la Guerra Civil. «La Radio de Piedra» es la evocación de las ondas en la niñez, la demostración de que el mundo se ensancha en la frente de un hombre con las palabras que vienen por el aire, soldadas luego a la personalidad. Durante los primeros meses de la Guerra los cines paraban sus pases para ofrecer en directo las emisiones propagandísticas de la radio. Al día siguiente, los periódicos reproducían íntegros los discursos radiados. Al ser corrientes los problemas de emisión, los mecanógrafos siempre estuvieron por poner más de su parte, superando los excesos perdidos con mayores hipérboles. En «La Radio de Piedra», la exageración cae del lado de una deslumbrante tragicomedia que es obligada leer.