Comité Federal del PSOE

Regreso al futuro

La Razón
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A los grandes encuentros internacionales no acuden los mandatarios si no está redactado y convenido por los mandatarios el comunicado final que van a firmar. O la diplomacia ha repasado hasta la última coma o no hay tratado. Ayer por la mañana, y tras casi un año de cabildeos, el Comité Federal socialista se reunió en asamblea por la que han podido optar entre el huevo o la gallina sin que los españoles tengan derecho a atisbar si nos espera un Gobierno en minoría o las terceras elecciones. No cabe mayor desprecio para eso que llamamos la opinión pública y hasta la opinión publicada. El espejo del PSOE se ha roto tanto que es opaco, convirtiéndose en club privado de desavenidos. No hay ni sondeos sobre su doble votación, aunque el imprescindible oráculo de Delfos sugiera que el Asno de Buridán se inclinará por la paja o el heno y tendremos una investidura con once diputados absteniéndose desde el escaño, engripándose en casa o corriendo al evacuatorio. Nada serio o solemne y que presagia una mediata desinvestidura por moción de censura o estrangulamiento legislativo. Para la vigente tormenta económica que sigue precisando de recortes y en la que los monstruos vienen a vernos asustándonos por televisión con el impago de las pensiones, el único grupo parlamentario mínimamente fiable es el de Ciudadanos, aunque su biografía es la del metrónomo yendo de lado a lado. No es mensurable el tiempo que el PSOE tardará en levantarse como un centro-izquierda nacional, pero ya empiezan objetando lo que más duele: los Presupuestos Generales, y si ese va a ser el compás, no es necesario que los radicales sitien el Congreso porque ya estará tomado por dentro por el general Pavía (que no usó caballo en lo suyo) con un obstruccionismo letal para la ciudadanía. No se sabe si la escisión trotskista de Podemos, entre los del garrotazo y el voto, es una simulación táctica porque Iglesias y Errejón son igual de bolcheviques confesos, y el férreo es el último prodigando declaraciones insultantes para la inteligencia de los demás. Si se produce una constelación de los astros o un reparto de papeles con los decimales de la secesión, Mariano Rajoy no podrá mejorar ni las señales de tráfico. Parece inevitable un corrosivo ánimo de venganza del «ultrasur» socialista empecinado en que a su derecha no puede existir vida alguna y que su regeneración pasa por la destrucción del PP y su liderazgo.