César Lumbreras

Respuesta global

La Razón
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Ahora que está a punto de comenzar el nuevo curso político en la UE, sería conveniente que, de una vez por todas, la Comisión Europea, el Consejo de Ministros de la UE y los Estados miembros se planteen de forma decidida reforzar la cooperación en materia de seguridad interior y exterior, como primer paso antes de llegar a una política de seguridad común, que llevará más tiempo, si es que se logra alguna vez. Por si alguien se había «despistado» y olvidado de las amenazas, los atentados de los últimos días en España, después de los registrados en Francia, el Reino Unido o la propia Bruselas, sede de la mayor parte de las instituciones comunitarias, nos han recordado que nos encontramos ante una amenaza global, que requiere actuaciones políticas también globales, además de las acciones puntuales que correspondan a las fuerzas del orden de los Estados miembros de la UE. Evidentemente hace falta incrementar la coordinación y la colaboración de las diferentes policías y de los servicios de información y antiterroristas, ya no sólo dentro de la UE, sino también con terceros países como Estados Unidos, por ejemplo. Insisto, estamos ante una amenaza global que requiere respuestas globales. Y, dentro de España, conviene recordar que tenemos un enemigo exterior común dispuesto a todo con tal de hacer daño, por lo que se hace imprescindible que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aunque sean varias y diferentes, trabajen en esto como una sola. Parece de sentido común, pero tengo mis dudas de que en la realidad sea así. Volviendo a los de Bruselas y el resto de las capitales, es necesario dar un impulso político decidido a esa política de seguridad y justicia común, para lo que se deben adoptar las decisiones y medidas que corresponda y, además, dotarlas de la partida presupuestaria necesaria. Está en juego, ni más, ni menos, que el bien más preciado de todos nosotros, que es la vida. Los terroristas no entienden de Estados, ni de Comunidades Autónomas, ni de fronteras. ¿Serán capaces de entender esto los políticos europeos y actuar en consecuencia?