PSOE

Robar la merienda al PSOE

La Razón
La RazónLa Razón

El PSOE ya ha tomado una decisión, pero aún le queda otra por adoptar. La primera ha sido que el Sr. Pedro Sánchez no podía seguir un solo día más al frente del PSOE, después de los estrepitosos fracasos de diciembre, junio y septiembre y de la insostenible situación interna de división y criminalización de los presidentes autonómicos socialistas. La segunda decisión que debe tomar es si lleva al país a terceras elecciones o las evita.

Hace unos días, el díscolo de Podemos, el Sr. Íñigo Errejón, realizó una entrevista en una cadena de radio que debería hacer reflexionar a las filas del Partido Socialista.

El Sr. Errejón envió algunos mensajes a la cabeza del Sr. Pablo Iglesias y otros, directamente, a la línea de flotación del PSOE. La afirmación de mayor calado del número 2 de Podemos fue la que dejó entrever su propuesta de estrategia política. Afirmó que, si finalmente el PSOE se abstiene, «representa una oportunidad para nosotros porque, mientras tanto, podemos garantizar que la vida de la gente sea un poco más desahogada, un poco menos apretada». Es decir, que si el Sr. Rajoy no obtiene mayoría absoluta en el Parlamento, ellos pueden determinar y orientar determinadas políticas que beneficien a los ciudadanos.

Esperan que su contradicción interna –entre la protesta en la calle y la presencia útil en las instituciones– y los malos augurios electorales para unas terceras elecciones se los resuelvan otros, pero sin mover un solo dedo. Pero esa especie de parasitismo político solo es posible si el PSOE comete el error de dejar que se apropien otros de su trabajo. Sin duda, el Sr. Errejón propone adueñarse del relato político que debería estar haciendo el Partido Socialista.

Al PSOE le ha tocado, de nuevo, tener un papel protagonista en la historia de España: del Partido Socialista depende, en gran medida, cómo va a vivir la sociedad española los próximos años.

El PSOE no puede ser tan infantil como para pensar que su decisión es optar entre terceras elecciones o no más convocatorias. Su gran decisión es más profunda: es entre mejorar la vida de la gente, imponiendo medidas a un gobierno del PP con debilidad parlamentaria o ser el responsable de un gobierno que, en unas terceras elecciones, tendría la suficiente mayoría y legitimidad democrática como para establecer medidas laborales, fiscales o relativas al Estado de Bienestar que sigan perjudicando a la mayoría.

La política sin reflexión es una bomba de relojería, por ello, cada miembro del PSOE debería imaginarse, por un minuto, los recortes en sanidad o pensiones que podrían llegar los próximos 4 años si los votos en el Parlamento lo permiten.

Deberían recordar, por ejemplo, que la medicación contra la hepatitis C habría llegado antes a muchos pacientes si el Parlamento lo hubiese decidido y que no habría copago farmacéutico para los pensionistas en este momento.

La mayor carencia del Sr. Pedro Sánchez ha sido la que más daño ha hecho al PSOE: la debilidad en su capacidad de análisis político. El eslogan vacío y el ruido de la bronca y la división impiden el debate serio, de igual manera que una convocatoria de militantes en las puertas de la Casa del Pueblo, secundada por podemitas, es una imagen que daña gravemente al Partido Socialista.

En Podemos añoran al Sr. Sánchez, pero no porque lo admiren, sino porque lo necesitaban para seguir medrando bajo la sombra del Partido Socialista. Si hubiera nuevas elecciones, el PP tendría mayoría más que holgada y Podemos ocuparía su espacio natural, la protesta en la calle y el populismo, porque «no se podría hacer nada en las instituciones».

Si el PSOE impidiera esa mayoría sobrada del Partido Popular no permitiendo nuevas elecciones, el discurso ya lo ha elaborado el Sr. Errejón: ellos garantizan que el PP no haga lo que quiera.

Es momento de que los socialistas dejemos de hacernos daño entre nosotros, de que todos entendamos que la silla del Sr. Sánchez no vale cuatro años de sufrimiento para los españoles y de que Podemos no nos pueda robar la merienda.